domingo, 24 de marzo de 2024

LA SORPRESA



Hoy me levanté temprano, tenía cita con una mujer que me llamó ayer - te espero en esta dirección - dijo a través del hilo telefónico antes de cortar.

Se hacía tarde, pues había tráfico. Llegué a la dirección que me había dado en la cuadra trece de la avenida Arenales, me pareció extraño darme cuenta que estaba a la espalda del hospital Rebagliati, el taxi me dejó en la esquina - no puedo ir en contra señor- dijo, así que bajé y camine una cuadra larga. Sonó el celular, contesté sin mirar - te estamos esperando Iván - dijo una voz suave. Le expliqué que estaba llegando al número indicado - entra, te estoy esperando - entusiasmado por la insistencia en conocerme entré a un complejo del seguro social o eso lo parecía.

Llegué a una gran puerta, me identifique y me hicieron pasar. Era un centro médico, no había dudas. Escuché mi nombre y apellido. Pasé a un consultorio y una hermosa mujer vestida de negro con una bata blanca me saludó.

- Toma asiento Iván - dijo

Me senté sorprendido por la familiaridad con la que me trataba.

- Haz escrito un libro ¿No? - preguntó con una sonrisa que me robó el corazón y paralizó mis piernas.
- Si - contesté halagado y sorprendido por su afirmación.
- Bueno te diré que si no comienzas a cuidarte no escribirás más - dijo mudando sus amabilidad por un rostro severo - tienes el colesterol alto, los triglicéridos volando y ...

No entendí nada más de lo que decía. Estaba sorprendido, anonadado por la forma como me enteraba de mi condición médica. Cuando desperté hoy me sentía bien, con vigor, contento de abrir mis ojos a un nuevo día, pletórico y entusiasmado por la cita que tendría con la voz femenina del celular.

Ahora estoy de regreso a casa, de pronto pareciera que el peso del mundo está sobre mi espalda. Mis pasos son rengos, y sudo copiosamente.

No me gustan los hospitales.

Caminaré por el malecón.




DÉJAME


Amar la rosa, aún con espinas
el viento, aunque haga frío
la noche por oscura que sea
aceptar el adiós que libera

Guardar la palabra muda que mutila pensamientos

Amar el silencio, que expresa

Es de orates,

Déjame caminar descalzo
que pronto emprendo el vuelo



lunes, 11 de marzo de 2024

MI BARRIO (2): EL CHAT Y ANTENOR




Sucede que Antenor, el personaje de mi barrio, el primer puesto de ingreso a la UNI, el genial  profesor de matemáticas, que hizo aprobar a muchos de los hijos de quienes vivimos por aquí, el poeta y escritor, faceta que yo conocí y compartí alguna vez de amanecida, el mismo personaje al que alguien de sobrenombre Machahuay, dio por muerto en su cuarto y al que encontraron, dijo, “con el mismo saco de siempre, con un polvo blanco en la nariz” y resultó que no estaba muerto, pero tampoco estaba de parranda, el amigo Antenor, esta mal...


Necesita ayuda, se está muriendo en una cama de hospital, dicen.

 

Lo encontraron luego de indagar, los que realmente sintieron su pérdida, en el Hospital Santa Rosa a unas siete cuadras del barrio en un estado crítico de salud, con diagnóstico de diabetes, cirrosis y con insuficiencia renal. La mayoría no se sorprende de ello pues Antenor se autodestruía día a día con alcohol y droga, para beneplácito de los sangrones que lo rodeaban y de los que le vendían la cerveza y le conseguían la coca. 

 

- Antenor está grave, hay que hacer una “chancha” - replica el chat “Gente Linda de Pueblo libre” en la madrugada del lunes, después que se calmaron las celebraciones dominicales con la noticia de que estaba vivo a la cuatro de la madrugada del lunes de hace doce días.

- Que se encargue “el empresario exitoso” ese que va comprar el pan todos los días en su auto - responde alguien a las ocho de la mañana.

- Pero por qué tenemos que ayudar nosotros, primero está su familia - alega el taxista que habla de viajes y ciudades.

- Que se encargue “el empresario exitoso” - opinan otros ignorando al taxista.

- Firmado barrio, él será - dice el gran Toni Montana, el orgulloso administrador del chat por votación, título (el único que logró en la vida) y que exhibe cada vez que puede.

 

Y así comenzaron a dejar sus aportes en la cuenta del encargado, que es uno de los pocos que son consecuentes entre lo que dice y hace. 

 

- Todos tienen que poner - dicen algunos y el silencio de todos confirma la sentencia.


Pasadas unos días casi todos han colaborado, salvo notorias excepciones.

 

- El Plin no funciona, no puedo transferir - afirma uno - la aplicación se ha caído.

- Oe hace varios días dijiste eso - le responden - mejor di que no quieres colaborar con Antenor.

- La verdad he gastado en una batería para mi auto - explica el mismo que se excusa con el plin y que resulta ser el taxista que habla de viajes y ciudades, para parecer interesante.

- Además los bancos están cerrados - dice con emoticones de risa. 

- Claro pes negro, si es sábado - le responden

- La verdad para qué depositar, si se muere qué harán con el dinero, estoy rezando para que pase a mejor vida - comenta con desparpajo.

- Eso que dices, es de muy mal gusto - le contestan con emoticón de molestia.

- Tengo que ahorrar para mi alquiler - ensaya una justificación.

- Si tu vives en casa de tu viejo - le contestan con emoticón rojo de cólera -  y no pagas nada.

- Es joda, estoy bromeando - escribe cuando nota que el silencio en el chat, indica molestia de parte de la mayoría.

- El negro no perdona que Antenor lo obligara a poner unas cervezas, después que lo acusara de camarón y sangrón - escribe uno que pocas veces lo hace.

 

Todos callan indignados por las palabras del tacaño del barrio que trata de ser gracioso y cómico. Siempre lo intenta y nunca lo logra.

 

- Hay que ajustar a todos, los del extranjero que tienen más dinero deben poner más - dice el orgulloso administrador del chat - y poner la lista de quienes aportaron.

 

Me opongo a ello, la colaboración debe ser voluntaria y  anónima, eso es lo que expreso en el chat. El bien se hace en silencio, sin listas, sin cantidades, ni reconocimientos. Todos callan, nadie dice nada, el chat guarda silencio. Me responden que soy el único que se opone a eso, después de explicar mi posición guardo silencio, entiendo que es mejor, aunque no me quedo tranquilo.


Recuerdo entonces una frase que le atribuyen a Martin Luther King que dice así: "No me estremece la maldad de los malos, sino la indiferencia de los buenos." y eso es lo que sucede aparentemente en mi barrio, la gente buena calla por salud mental, dicen algunos, para qué “discutir con quien no entiende razones” o para qué ”exponerse a la violencia o  la prepotencia de los alaracosos”, que suben el volumen de sus parlantes y perturban el descanso dominical o el sueño reparador de las personas que trabajan. Esos que revientan cohetes a la hora que les viene en gana o gritan de esquina a esquina, esos son los dueños de la verdad e imponen su parecer en situaciones donde el sentido común indica prudencia  y buenos modos. Discrepar o dar un parecer discordante de la opinión de ellos, significa recibir como respuesta una pregunta irónica: - ¿Eres justiciero? - y una afirmación que pinta de cuerpo entero a quién la dice: - Ponte capa - a esas alturas dudo entre ofenderme o reírme de la insolencia estólida de quien intenta burlarse de mí. 

 

Mi padre repetía muchas veces “la ignorancia siempre es atrevida” pero nunca dijo que esa ignorancia sería prepotente, violenta y que a veces hay que hacer acopio de mucha inteligencia emocional para entender la psicología de los personajes básicos que abundan por estas calles.


Mientras Antenor, se está muriendo en una cama de UCI, conectado a un respirador artificial, en el chat siguen discutiendo sobre el partido que perdió Alianza Lima el fin de semana con Cristal, con las burlas e insultos de los hinchas, de la U, quién aportó y quién no, quién es mejor y quién no lo es, con el silencio cómplice de los que prefieren no decir nada por que es más sano y tienen una vida real lejos de “los códigos absurdos de barrio” que algunos quieren imponer.

 

Al fin y al cabo, mientras escribo estás líneas, bajo el ruido estridente de un parlante que propaga a Maluma y su último éxito, soportando la contaminación sonora a la que me somete mi casero,  me pregunto si debo sumarme a esa legión de personas que solo se preocupan por su tranquilidad personal y la de su familia sin importarles lo que a su alrededor suceda.

 

- Apágate -  me dicen en el chat - no digas nada más, aquí se hace lo que dice el administrador, yo no meto a las ex de los amigos a mi casa - y cree que con eso me ofende.

 

Dejo el celular, apago la luz de mi habitación, cierro las ventanas, me acuesto sobre mi oído que funciona para no escuchar el reggaeton  de madrugada, con una sola idea.


Mejor me mudo y dejo el barrio que me vio crecer, dejaré que ellos ganen o que eso crean.


Quizás Antenor deje este mundo y yo deba preocuparme por mi paz.








 

miércoles, 6 de marzo de 2024

ELLA x 2

 


Antonio llegó a casa totalmente transformado, ilusionado con los días que vendrían, había renovado su fe en Dios, se había entregado a él, ya no se sentía abandonado y lejos del padre eterno, había escuchado su mensaje, sabía que no sería fácil pero ahora tenía a quien aferrarse, a su fe en Dios. 

 

- Estoy muy alejado de Dios  - le había confesado al joven sacerdote colombiano.

- La distancia entre Dios y tu, es la distancia que hay entre tus rodillas y la tierra - contestó el “padrecito”.

- Soy muy arrogante, parcerito - contestó compungido el pecador

- Dios es humilde, te recibirá - contestó el parcero investido del espíritu santo.


Antonio se derrumbó con el peso de las culpas que cargaba sobre su espalda y la conciencia del pecado atormentando sus pensamientos. Se arrodilló en el pequeño templo de la casa de retiro en Chaclacayo, junto a otros seglares arrepentidos. Abrió sus brazos en cruz y exclamó.

 

- Padre perdóname - y saltaron las lágrimas como si un dique se quebrara dentro.


Cuando abrió los ojos se sorprendió de encontrar a su pequeño hijo de siete años que lo miraba desde el umbral de la puerta con cara inocente y expectante.

 

- ¿En qué piensas papito?, ¿Te vas a quedar con nosotros? ¿Ayer hice un gol en la canchita? - preguntaba ansioso el pequeño Cristiano.

- Claro que me quedaré, solo fui de paseo para encontrarme con Dios y traerlo de vuelta a casa pequeño Cristiano - le contestó ofreciéndole los brazos.


El niño dibujando una gran sonrisa se acercó a su padre quien lo cargó y le abrazó con ternura.

 

- Hice un gol  jugando con mis amigos, pero te diré papito una cosa, no me gusta el fútbol, prefiero jugar a las espadas. En televisión vi una película de piratas. Mi padrino dice que estudie Kendo, ¿Sabes qué es eso?. - le habló el niño contento de la respuesta que recibió y que disipó sus miedos.

- Buena idea, mañana vamos y averiguamos en el club nikkei ¿ok? Ahora ve a dormir, que mañana hay colegio.

- Mi mamá dice que rezaremos juntos antes de ir a dormir, - contestó su hijo.


Fueron al comedor, allí estaba la esposa con el padre de Antonio conversando, todos sonrieron, se tomaron de las manos y oraron juntos. Cristiano miraba a su padre feliz, parecía que el hombre grande, cariñoso, protector, su amigo fiel, había vuelto a casa. Todos se fueron a dormir, Antonio a la habitación que ocupaba desde que se habían separado de la madre de Cristiano.

 

- Toma tu tiempo, pero haz las cosas bien hijo - le había dicho su padre con una mano en el hombro y Antonio solo asintió con la cabeza en silencio.

 

Habían pasado cuatro meses o algo más desde que ella lo había dejado otra vez justo cuando estaba a punto de abandonar su hogar y el amor por su hijo e ir detrás de ella, a quien consideraba el amor de su vida por eso su corazón se había quebrado en mil pedazos cuando lo dejó sin ninguna explicación. 

 

El motivo, después lo supo por otras personas, su ex esposo la estaba buscando y acosando para regresar y ella no decidía si era mejor regresar con el padre de su hijo o  aceptar al hombre que le juraba amor y le ofrecía la expectativa de una mejor vida, mayor tranquilidad y la posibilidad de tener la estabilidad económica que tanto deseaba. Sus amigos más cercanos le aconsejaban - olvídate de ella, esa mujer solo calcula con quién estará mejor, no le interesas, solo le importa lo que le puedes ofrecer - pero él sufría sin aceptar los consejos de quienes veían lo evidente de lo que sucedía.

 

Fueron semanas atroces, de insomnio, de dolorosa melancolía, de caída vertical a una profunda depresión, el apego a una relación tóxica, insana y clandestina le había estallado en la cara, no lo dejaba razonar, en su trabajo no era el mismo, ese sentimiento lo consumía poco a poco.  Ella era, eso creía Antonio, la persona que lograría sacarlo del tedio, de la rutina, de la vida plana que tenía, sin emociones y sin amor. A veces entendía que sus amigos tenían razón, y en esos momentos de lucidez se daba cuenta que era manipulado, pero todo lo olvidaba cuando ella lo llamaba para brindarle un poco de la atención que en su hogar él ya no encontraba. 

 

Muchas veces se apartaba y colocaba distancia, cuando ella lo ignoraba o encontraba otros motivos y otras personas para la diversión que él no podía ofrecer. Entonces guardaba silencio o reclamaba y ella solía responder con indiferencia y palabras duras - sigues casado - le respondía, pero siempre por algún motivo ella volvía a buscarlo, se aparecía en su trabajo, o lo esperaba en la esquina, o llegó a tocar la puerta de la casa donde vivía y él otra vez caía en el torbellino de sus emociones y sin defensas ante lo que el iluso inmaduro en que se convertía, llamaba amor. Volvía cuando ella quería, o cuando buscaba que fuera el adicto  que recibía un poco de cariño y sexo que le brindaba.

 

Pero esta vez se alejó, dejó de buscarla, quería volver al padre, retomar sus creencias y la relación con Dios, ser el padre que su hijo admiraba y seguía. Recuperar eso de ser un buen ejemplo para su niño. Por eso había aceptado ir a ese retiro. 


Habían transcurrido dos semanas desde que llegó del retiro, iba a misa todas las mañanas a las seis y media, comulgaba y luego lloraba con pena cuando caminaba a su casa, le pedía a Dios que lo ayudará a olvidar y lo sanará de esa pasión adictiva. Tomaba desayuno con el pequeño Cristiano, lo llevaba al colegio y se iba a la oficina donde trabajaba. Un día, casi a las doce del mediodía cuando bajaba del tercer piso en el edificio del Poder Judicial, su celular sonó, Antonio contestó presumiendo que era de la oficina que lo llamaban.

 

- Hola - dijo una voz femenina.


Él guardo silencio al reconocer la voz de ella, habían pasado varios meses sin escuchar esa voz que lo seducía.

 

- Hola ¿Qué deseas? Estoy trabajando, me sorprende que llames

- Es que te extraño - dijo con sensualidad la voz - ¿Podemos vernos, mi hijo está con su padre?

- No creo que sea bueno, perdona, espero lo entiendas. Tu te fuiste sin avisar, sin decir nada. 

- Por favor ven a mi casa - insistió ella - te necesito

 

Antonio colgó, caminó por las calles pensando, luchando con su corazón, con esas emociones que lo aturdían hasta el extremo de no dejarlo razonar con coherencia. Había prometido ser un buen padre, estar con su hijo e intentar arreglar las cosas con la madre de Cristiano. La promesa a Cristo, sus conversaciones con el sacerdote, sus intenciones de ser un ejemplo para su familia y ser un hombre íntegro. Todo eso lo cuestionaba, por un lado su amor y la pasión que lo subyugaba, y por el otro lado una vida recta y consecuente, que a él le aburría o le parecía plana. 

 

Con estas reflexiones llegó hasta la av., Alfonso Ugarte,  subió a un bus casi sin ver a donde lo llevaba, se dedicó a mirar por la ventana las calles y después de un rato comprendió que el bus lo llevaba a la casa de ella. Se había equivocado al subir sin mirar bien.

 

La mente siempre encuentra una manera de justificar las acciones tontas en las que caemos - Dios decidió por mí entonces - se dijo engañándose una vez más. Sellando en ese momento su vida, haciendo que la victoria y el poder no fuera de Cristo, si no de ella sobre él. Llegó a la puerta de la casa de la mujer, tocó, ella le abrió, lo miró, sonrió, besó sus labios y él entró cerrando la puerta detrás, cambiando así el destino de su vida y también la del pequeño Cristiano, que no estudió Kendo y tuvo que ver como se divorciaban sus padres.


En Brasil, en Curitiba, en el 2022 en marzo, 24 años después, Antonio estaba sentado en un concurrido bar con un joven de cabello largo sedoso, atlético, seguro de sí mismo, con ese carácter curtido por la experiencia de quien ha corrido por momentos turbios, y ha  caído en soledades inmensas logrando salir adelante. Ese joven sonreía con él alegre y confiado, sujetando en la mano una inmenso vaso de cerveza.

 

- Después de todo papá estamos aquí, tú y yo - decía Cristiano a su padre - y mañana nos iremos a las cataratas de Iguazú…

- Así es hijo, estoy orgulloso de ti, del valor que tienes y de que seas mi hijo - contestó el aludido mientras sorbía un poco de cerveza.

- Papá, a pesar de que mi mundo se rompe cuando te fuiste con ella, la que creías era el amor de tu vida, pude hacerme fuerte, crecer, aceptar que te habías ido y madurar para comprender que eras mi padre a pesar de que me abandonaste.

- No te abandoné hijo, perdóname - ensayó una disculpa Antonio.

- Lo hiciste viejo, así fue - dijo Cristiano con cariño, posando su mano sobre la de su padre - y sabes lo irónico de toda la historia, que luego ella te abandonó y no luchó contigo como lo hace una esposa. Su cariño, si lo hubo, le duró lo que duró la posibilidad de que tengas éxito. Cuando estuviste mal se fue detrás de quien le dio seguridad y estabilidad económica y como buena narcisista te echó la culpa de todo a ti, porque no cumpliste sus sueños.


Antonio avergonzado asentía, sabía que las palabras de su joven hijo encerraban mucha verdad y sabiduría, Cristiano siguió  hablando con afecto a su padre.

 

- Pero quiero brindar por ti, porque aunque nos abandonaste a mi madre y a mí, siempre me buscaste, siempre me perseguiste, me obligaste a escucharte y siempre estuviste para mí. Ese amor que me tienes te salvará. Si algún día tengo hijos yo quisiera ser la mitad de padre de lo que tú has sido conmigo.

- Gracias hijo, yo… -  dijo Antonio, al borde de las lágrimas.

- Recupera tu dignidad papá, nada más. Salud - lo cortó Cristiano su hijo.

- Salud - respondió Antonio derramando una lágrima, lleno de orgullo en su pecho.


Dios, escribe sobre renglones torcidos, dijo para sí la bella camarera venezolana que los escuchaba pensando en su hijo. 







 

 


lunes, 4 de marzo de 2024

ACASO




Acaso crees que no vi tu paso

que no contemplé la duda 

riendo en el espejo 

bajo la sombra del fresno


En el vals de la vida 

danzar con fantasmas 

es el arte que no domino

callé el maullido que brotaba 

para que no repitiera un nombre

que condena los sueños que aguardo


En este país del olvido 

el amor se vende 

la risa quiebra la inocencia

de los condenados a mirar los astros

sin alcanzarlos


Nunca renuncié 

al vuelo

a la música

a los versos

Se quebró la rama 

cansada  de olvido


 Acaso crees que el alma se quedó conmigo

acepté que el viento me mostrara el vuelo

cada noche espero la luna llena,


nada más






MI BARRIO



Algunos domingos es pesado levantarse después de haber secado casi una botella de pisco durante la noche mientras escucho las conversaciones de quienes asisten a las celebraciones futbolísticas de mi casero, el gran Toni Montana, esas voces  conversan en el patio bajo mi ventana. Las bombardas, los cohetes bulliciosos, compiten con la voz estridente del inefable taxista que habla de grandezas y de las muchas ciudades que ha conocido, supongo que es su manera de lograr ser una persona interesante y dejar de ser el anónimo individuo tras un volante que es todos los días de su vida. 

 Desde que me he mudado  a este lado de Pueblo Libre, las anécdotas no dejan de ser singulares, algunas causan risa y otras no tanto. Sin embargo parafraseando al maestro Nicolás Yerovi, “en nuestro país la puedes pasar mal, pero nunca dejarás de reír y no te aburrirás” lo mismo pasa en estas calles que me vieron crecer y a las que retorné después de dar una gran vuelta por la vida. 

 Los que vivimos por aquí, nunca nos aburrimos.

 Si no es una pelea en la madrugada por intentar levantarse a la esposa del encargado de la tienda, es una bombarda que estalla a las cuatro am cerca del balcón del cantante del barrio, el mismo que durante la pandemia hacía conciertos desde ese mismo balcón. El chisme y la diversión es parte del ADN del lugar, dicen algunos por allí. Hay quienes se quejan diciendo de que esta zona es residencial pero también hay quienes defienden su derecho a convertir este tranquilo  lado de Pueblo Libre en un anexo del barrio más picante del Callao o la Victoria, afirman que esta calle es un pequeño Matute, donde imperará la ley del más fuerte o del que más ademanes matonescos haga. Como sea estar aquí suena más a terquedad de mi parte que a sentido común. Si fuera coherente con mi búsqueda de paz, debería haberme ido hace tiempo.

 Pero alguna razón encuentro siempre para quedarme y gozar con las anécdotas que no faltan, las que pueden ir desde los singulares hechos ya descritos hasta los más extremos o peculiares, siendo imparcial  debería llamarlos surrealistas. 

 Salir una mañana y encontrar tirado al borde de la acera, cerca de un basurero en el parque, a un conocido personaje de estas calles, es algo usual  para quienes consideran convertir este apacible lugar en un barrio sin ley y orden, insisto en ello aunque suene cansado.

 Ese hecho no solo sería sorprendente y cómico si no fuera por la reacción del individuo que durmió en la calle, y al que intentó ayudar un samaritano por el deprimente estado en que se encontraba, el alcoholizado personaje se negó a recibir ayuda y terminó insultando a quien deseaba ayudarlo.  

- No me toques negro de mierda - dicen que dijo. 

- Oe, te quiero ayudar - respondió el samaritano.

- Si quieres ayudarme, compra un ron y siéntate conmigo  - dicen que reclamó y exigió con desparpajo.

 

Y allí lo dejó tirado, fastidiado por la respuesta recibida.

 Algunos sospechan que el samaritano no lo era tanto. Si no que pretendía robarle el celular.

 Cuentan además, que luego el “bello durmiente” apareció en otro distrito, mientras su hermano despreocupado se terminaba la décima botella de cerveza a las dos de la tarde reclamando las tierras que su viejo le heredó en la Sierra de Huaraz - Nosotros somos arios y somos de alta alcurnia, casi de sangre azul - vociferaba en la puerta de la tienda de Don Porfirio, perturbando a los vecinos. Nunca salió a buscar a su hermano y se afirma que respondió al samaritano, que no lo era tanto, de la misma manera que su  hermano, cuando este le reclamó por el insulto que había recibido. 

- Para qué te metes negro de mierda - le enrostró.

 

Es gracioso escuchar los audios o leer los chats del grupo “Gente linda de Pueblo Libre” cuando hablan de fútbol, la mitad son cremas o gallinas, y la otra mitad son grones o cagones. Los insultos y los adjetivos que el chat aguanta en tiempos de campeonato, son de fuerte calibre e irreproducibles. Si las palabras fueran balas más de uno moriría acribillado por las afrentas dichas en ese chat grupal, le quitan presión a las frases hirientes diciendo luego que todo es joda. Sin embargo cuando es cumpleaños de uno de los integrantes, la ironía es desbordante por decirlo de alguna manera, los “te quiero hermano”, “eres lo máximo”, “hermanito disfruta tu día” abundan y amenazan con derretir de ternura las pantallas de mi celular. Me río con las hipocresías que calman las injurias expresadas, las mismas que esconden comentarios misóginos y endulzan los machismos más extremos. La joda, como le llaman, da licencia para los insultos más bajos entre quienes se conocen desde niños, sacar los “trapitos al aire” es patrimonio de los que en persona siempre demostraron sentirse menos importantes. creo que el whatsapp les otorgó poder a los que siempre fueron “nadie” cuando éramos muchachos y jugábamos por estas calles. Por supuesto algunos insisten que ello es parte de la vivencia de nuestro barrio y quien se queje será señalado de soplón o maricón. Los códigos deben respetarse, sentencian los que se sienten con autoridad para exigir el respeto que ellos no dan.

 Y yo me río de ello.

 Hace unos días, en los que no había dormido bien por la fiesta reggaetonera que mi casero me impuso y tuve que aguantar. Muy temprano el chat nos espabiló del sueño con una noticia que sorprendió a todos, el gran Toni Montana anunció, 

- Se murió Antenor - escribió escuetamente.

 

Y el chat se inundó de póstumas frases preocupadas y sentidas condolencias, ese día  los insultos fueron postergados y la mayoría mostró su lado más sensible y humano, los improperios  callaron o fueron guardados para otra ocasión. Todos recordaban al difunto por sus talentos y buenas acciones. 

 

- Primer puesto en la UNI, era un cráneo el maldito - dijo uno

- Recontra buena gente, un buen amigo, siempre me saludaba - afirmó otro, de los que poco participa, pero esta vez escribió conmovido

 Realmente se podía sentir que la repentina muerte había golpeado a todos o por lo menos a la mayoría, 

- Ponía el trago cuando yo no tenía dinero y los “falsos” también.  Me invitó varias veces - agregó algún agradecido con emoticón de tristeza

- Qué raro, si nunca tienes plata, camarón…- y un emoticón de camarón apareció. 

- Los tiros, compare, nunca dejó de compartir - afirmó otro que puso emoticón con carita de llanto.

- Lo encontraron en su cuarto por allá por la barriada de Cueva, tieso con su saco de toda la vida y la nariz toda blanca -  se atrevió a contar otro.

- Siempre me pregunté por qué escogió esa vida - dijo uno reflexivo - tan inteligente y tan malogrado.

- Tenemos que enviar un arreglo de flores a nombre del barrio - intervino otro que también poco hablaba en el chat.

- Pero que la “chancha” no la haga el negro, ese se queda con la plata. Menos el contador, ese se la toma…se cree profeta y todo lo convierte en cerveza.

- Oe seamos serios, ha muerto Antenor, una leyenda del barrio - dijo el gran Toni Montana.

- Un minuto de silencio -sugirieron y callaron todos.

 Guardé silencio y no escribí nada en el chat. No sabía si reír o conmoverme por las muestras de aflicción y afecto de todos.

 Y así transcurrió la mañana dominical en el chat, algunos, los pocos, se reunieron en “Don Porfirio”  a brindar por el occiso buena gente,  que ya no invitaría nada a los más sangrones.

 Al promediar las cinco de la tarde algunos desafiando el calor se aprestaban a ir al velorio en cuanto supieran la dirección, habían desempolvado los trajes y las corbatas, se animaban tomando una cerveza para tener el valor de acompañar al amigo antes de que sea enterrado. 

- Cremarlo es peligroso, tiene tanto alcohol y cloro en el cuerpo que puede estallar y hacer daño a los que vayan al velorio - explicó uno con seriedad y casi todos asintieron compungidos.  

- No hay que acercarse mucho entonces - respondió otro temeroso.

 

En el chat las expresiones de amor y tristeza no paraban, la pena embargaba a todos.  En el facebook, el muro de Antenor se llenó de mensajes dolidos y sentidas despedidas por el amigo que había partido de un momento a otro.

 

Cuando terminaban una caja de cerveza en Don Porfirio sobre las cinco y media, un nuevo mensaje anuncia lo impredecible y poco probable, 

 

- Antenor no está muerto. está hospitalizado. 

 

Sorprendiendo a todos, causando la risa de la mayoría.

 

Volaron los sacos y desaparecieron las corbatas.

 

- Salud carajo, Antenor está vivo - brindaban contentos.

- Este desgraciado estaba de parranda - exclamó uno.

- No, no, pero está hospitalizado  - dijo el más cuerdo. 

- Es igual no está muerto - confirmó alguno - no seas weón.

- Reventemos unos cohetes, esos que compramos cuando las gallinas nos ganaron el campeonato - sugirió el que pone su bandera a media asta cuando Alianza Lima pierde.

- Fuera idiota - le respondieron casi todos.

- Gastemos la “chancha” en trago - sugirieron y todos aprobaron.

 

El chat “Gente Linda de Pueblo Libre” reventaba con expresiones hilarantes y de júbilo, pero hubo un comentario que me causó  especial atención por lo irónico y lo sincero de lo que decía,

 

- Por lo menos en tres o cuatro horas se habló bien de Antenor.

 Y así había sido.

 En esas escasas horas esta parte de Pueblo Libre dejó de lado su especial gusto por la autodestrucción y el desafío a las buenas costumbres y las normas de convivencia.  

La juerga continuó luego hasta altas horas de la madrugada, la celebración por la resurrección del amigo debía de realizarse con todo, el bombo sonó con más fuerza, quebrando el silencio de las tres de la madrugada, el reggaeton no permitió que conciliara el sueño y la bombarda despertó otra vez al cantante del barrio a las cuatro, este salió en calzoncillos al balcón a enviar saludos a la madre de todos los celebrantes.

 

Como sea, amable lector, no vayas a creer que esta parte de Pueblo Libre es un tugurio, no es así, es tan solo un barrio residencial con sus anécdotas, que va camino a convertirse en una réplica de Matute o alguna calle del Callao, si el serenazgo no hace algo.

 

Porque los códigos lo exigen y la gente lo reclama, dicen.

 

No compartas este post si lo leen los de mi barrio, mi vida correrá peligro y desapareceré de las redes.