martes, 24 de noviembre de 2015

Este es un país...



Este es un país que quiere ser feliz
Este es un país que  ama la verdad
Este es un país regado con sangre de su gente
Con sangre de los mártires anónimos
Con sangre de jóvenes intrépidos
Con la pureza de los sueños de sus madres
Con la verdad de los hombres justos

Este es un país que no necesita de más mentiras,
De falacias, de promesas incumplidas
De derrotas, de más penas, de más tristezas
Este es un país que necesita de justicia
De valores, de amores, de alegrías sublimes
De ejemplos, de sacrificios y más virtudes




Este es un país para los hombres probos
Para la mujer coraje, para los hijos ambiciosos
Para los mártires de la calle…
Para los héroes en el silencio

Este país, tan golpeado, tan desempleado
Tan herido, tan asaltado
Es un país que exige un deslinde
Con el pasado glorioso pero distante,
Este es un país que desea un presente de esperanza
De palabras de aliento, de sonrisas ganadoras
De espíritus humildes, de plumas osadas

Este es un país que no quiere saber más
De noticias funestas, de maltratos, de derrotas
Este es un país que necesita de todas las manos
De todas las voluntades, de todos los que sumen
De todos sus hombres, de todas sus mujeres
Del que está aquí y también allá...

Este es un país que espera por ti…Por mí….





viernes, 20 de noviembre de 2015

Los lobos....



Los lobos no están en el bosque
Ni son esteparios, ni solitarios
Ni ágiles, ni hambrientos
Los lobos que conozco…están entre nosotros
Sonríen y luego fríamente atacan
Cuando estas desprevenido…
Son envidiosos, egoístas
De almas enanas, y ambiciones mundanas
Los lobos que he visto…
Desnudan la inocencia de los niños
Se burlan del alma pura del creyente
Son testigos de inmundicias
Cómplices de injusticias
Verdugos de la verdad santa

Los lobos no están en los bosques
Caminan vestidos de negro
Asesinando  el espíritu… En un altar
Condenan el error humano
Y señalan, y sentencian,
Y te alejan del padre, y del hijo y del espíritu
Prohibiéndote la comunión



Los lobos que he visto
Mienten, calumnian y predican
Son humanos en su esencia…
Y también son hijos de Dios
No son todos, es cierto
Pero lobos son…nombran a Dios
Y gozan de la candidez infantil
Esos lobos pederastas, están entre nosotros
Celebrando misas, burlándose de Dios

Los lobos no están en el bosque
Están crucificando una y otra vez al hijo
Elevando sus manos en oración
Sintiéndose llenos del don de Dios…
Son esclavos de sus pasiones clandestinas
Caminan con nosotros…
Aléjate, denúncialos…
Caminan vestidos de negro,
Con traje de etiqueta, toga y levita
Usan velos blancos y son de suave hablar…

Los lobos no están en los bosques
Escúchales, no les sigas…que te perderán…





martes, 17 de noviembre de 2015

La culpa....


¡Tú tienes la culpa!
¿Yo tengo la culpa?
Nadie tiene la culpa             ¡la culpa es de Dios!
Y marchan impávidos                  sintiéndose libres de error…
¡Tú lo hiciste!
¿Yo lo hice?
Nadie lo hizo
 ¡lo hizo Dios!

Y así durante años, culparon a otro

¿Por qué mueren los niños?
Preguntaba un hombre con un fusil en las manos

¿Por qué existe el hambre, la miseria, la maldad?
Interrogó otro mientras descansaba recostado

¡Por que Dios no existe!     y si existe se ha olvidado de todos
Inquirió otro que contaba el dinero, que había robado

¿Por qué  mueren los hombres y mujeres buenos?
Reclamó otro pusilánime, con rostro deprimido desde un rincón

       Y así se pasaron los días     
               
cuestionándose




¿Por qué, mi hijo me ha abandonado?
Preguntaba una madre encorvada por el peso de sus joyas

No me alcanza para vivir             estoy depresiva
Comentó  una beldad,  antes de su tercera liposucción

¡La vida es una porquería! gritaron dos jóvenes
Mientras se inyectaban un poco de alegría

¿Dios?     ¿existes?   ¿Por qué mi vida es tan triste?
¿Por qué no me escuchan?     ¿Por qué ya no te buscan?
Preguntó alguna tarde un cardenal en Roma
Mientras ignoraba a un misionero              por andrajoso 

¿De quién es la culpa?
Me pregunto desde mi confortable habitación
¿Qué poder hacer?
Me digo, 
cómodamente  sentado en una terraza

Pensativo

A mi lado, en otra mesa, atino a escuchar

¡Tú tienes la culpa!
¿Yo tengo la culpa?
Nadie tiene la culpa          ¡la culpa es de Dios!             discuten

¡Todos! repito para mí             ¡Todos  tenemos la culpa!
Y sin saber más  que decir        
hastiado 
indignado 
me voy


Me levanto y me pierdo por el bosque más cercano










viernes, 13 de noviembre de 2015

Una mujer de verdad...



Una mujer de verdad
No camina detrás de mí,
ni va al borde del sendero....
Suele ser mi compañera
Y es casi siempre mi sabia consejera
No acepta sumisa mis razones
Perdona mis constantes errores
Es maestra en mis pasiones
Y es la paz de mis emociones

Una mujer de verdad
No se esfuerza en ser igual
Porque se sabe mejor…
Y no grita su feminidad…
Ni pelea un espacio o lugar…
Que no tenga ganado ya
Sabe ser sensual
Sabe ser coraje sin igual

Una mujer de verdad
No es feminista…ni machista
Es solo una mujer interesante
Es solo una princesa humilde
Una reina ilustrada…
Una guerrera apacible
Una diosa en el hogar
Una fiera con la prole

Es leño y es pan
Es vino y es alegría
No guarda rencores…
Es frágil al afecto como lo es una flor
Es la columna del corazón…
Calma el cansancio
Alimenta mis virtudes  
Exalta mis valores

Una mujer de verdad
Simplemente es hija
Es madre, es hermana…
Es esposa, es  amiga…
Es cómplice, es digna
Despierta mi ternura
Avasalla el amor que guardo
Es dueña de la voluntad que tengo...

Una mujer de verdad es mi otra mitad….

Una mujer de verdad….
Sabe ser mujer y punto…nada más



lunes, 9 de noviembre de 2015

La decisión de una mujer valiente...



Un buen día ella decidió tener su  hijo. Aunque tenía  ya cinco años de casada no había concebido  hasta ese momento. No porque no pudiera, sino porque él no quería.

-          Nada de hijos, el dinero no me alcanza, gano poco y no deseo nada por ahora – dijo tajante el esposo, mirándola con fastidio y arrogancia.
-          ¿y cuando seré madre? – preguntó  ella con escondida indignación.
-      ¿Cuándo…?- contestó pensando  que decir –…cuando pueda juntar un dinero y tengamos nuestra casa… - agregó sin convicción.

La mujer calló. Había aprendido que era mejor guardar silencio, reprimir las palabras, fingir tranquilidad y tomar sus decisiones sin que nadie las condicione. Esa escena había acaecido  ya hace mucho tiempo.

Era viernes, ella sabía que aquella noche, como todos los viernes,  él llegaría borracho y la buscaría. Hacía ya una semana que había dejado de tomar la píldora y sabía que tarde o temprano quedaría embarazada.

Descansaba en su habitación mirando la televisión, en realidad solo veía  imágenes,  su suegra ya dormía en su habitación y sus cuñadas se habían ido a la fiesta del primo Juan. El esposo entró a la casa haciendo ruido, casi cayéndose de lo borracho que estaba. Ella sabía por los pasos en donde se encontraba y cuando éste subiría las escaleras. Apagó el televisor y cerró los ojos, acomodándose en la cama  matrimonial.  Aún le quería,  no como cuando se casó, pero en el altar aceptó quererlo y respetarlo  en lo bueno y en lo malo, en la bonanza y la adversidad. Sus creencias religiosas le decían que ella debía ser madre para engrandecer el reino de Dios. No podía separarse o divorciarse, eso era malo.  Además su mamá desde pequeña le había infundido que una mujer de bien debía ser madre y para ello había nacido mujer,  y ella quería sentirse una mujer completa, quería criar a un hijo suyo, sentirlo crecer dentro de sí,  darle todo el amor que sabía ella guardaba. Pues para eso, insistía para sí, le habían enseñado  desde niña lo que tenía que hacer para ser una buena madre…

Pero le repugnaba que su esposo la buscara en ese estado, eso era lo único difícil, pero quería ser madre y ese deseo le animaba a tolerar todo eso. Creía todavía que las cosas se arreglarían si tenían un hijo.

El hombre entró a la habitación, encendió la luz sin importarle si ella dormía y la miró con deseo. Se quitó la camisa, en su rostro se dibujaba una libidinosa sonrisa, se acercó a su esposa y sacando de su bolsillo un pequeño paquete, le dijo con ironía:

-          Hoy amor nos cuidamos con un “ponchito” – dijo mostrando el preservativo – crees que no me he dado cuenta que no tomas las pastillas hace días….

Ella sorprendida apretó los dientes para no decir nada.

-          Te he dicho que no quiero hijos – dijo  con su apestoso aliento a alcohol, mientras se echaba torpemente sobre la mujer y le separaba las piernas.
-          Será como yo digo…  - agregó mientras entraba en ella con tosquedad.

La esposa solo  lloraba en silencio y le dejaba hacer sintiéndose humillada, ultrajada.  En su corazón todo el cariño que guardaba por aquel hombre mezquino, se convertía en decepción, en resentimiento…

Cuando él terminó. Se deslizó en la cama dándole la espalda a la pobre mujer que quieta lloraba en la oscuridad, ella le miraba con rabia e indignación. La crispación de sus manos, el dolor que sentía en ellas por la fuerza con que apretaba los puños, le hicieron reaccionar y relajarse…sé quedó pensando lo que acababa de decidir…por la madrugada se durmió segura de lo que haría.

Al día siguiente colocó las aspirinas en la cajita de  las pastillas anticonceptivas….




Pasado un tiempo, el hombre llegó a casa como todos los días a las seis de la tarde. Era viernes y como todos los viernes se encontraría con sus amigos para celebrar el fin de la semana de trabajo. Saludó a su madre, a sus hermanas que estaban en la cocina. Ellas le miraron y se dejaron saludar en silencio, mirándose a hurtadillas, nerviosas.  El esposo subió rápidamente a su habitación de soltero, ahora convertida en habitación matrimonial.  Le llamó la atención no encontrar a su esposa, sin embargo era más la prisa que llevaba, le tocaba llevar el ron y no quería llegar tarde. 

Se bañó rápidamente, salió desnudo y se dirigió al closet, al abrirlo su sorpresa fue mayúscula. Estaba medio vacío, no estaba la ropa de ella, tampoco la maleta negra que ella trajo. Rebuscó todos los cajones, la mesa de noche y no encontró nada. Bajó a la cocina dibujando en su rostro la desesperación que le dominaba, su madre  le dijo que lo habían abandonado. No podía creerlo, las mujeres le miraban, solo su hermana mayor le dijo,“por ser un perro machista”.  No contestó, las lágrimas y el llanto se lo impidieron.  Acariciándole el rostro su madre le dijo, “hijito se fuerte, yo te cuidaré”….ignorando las miradas de reproche de sus hijas.

La esposa, la mujer humillada  se había ido. Ella había tomado la decisión cuando sintió en su vientre a su niño moverse. Había roto con sus creencias, con su educación, con su pasado.

-          Mi hijo no tendrá un padre machista y miserable…yo seré su madre y su padre – dijo mirando desde la ventana la larga carretera que parecía no tener fin.

Y sonrió acariciando su abdomen, se sentía libre y feliz.

Y vaya que fue feliz con su niño…lejos de ese hombre.