Esa mañana de lunes me levanté tarde, toda la noche anterior había estado resumiendo capitulo por capitulo el libro de William Shakespeare, “Hamlet”, estaba cansado y casi sin dormir. Tenía que entregar un trabajo que nuestro profesor de literatura nos había encargado tres meses atrás y que muy “responsablemente” había dejado “para después”. Tomé desayuno tan apurado que derramé la nata de la leche en mi pantalón, mi madre con prisa, alcanzó a colocar mi pan con huevo y el refresco de manzana en la mochila, “debes alimentarte hijito” dijo cuando besé su frente. Salí corriendo al colegio que estaba a tres cuadras. Cuando estaba en la formación pensé en el fin de semana y todo lo que había vivido.
El viernes anterior, el profesor Torres en clase nos había recordado la importancia de entregar la monografía para aprobar el curso, había que leer el libro, resumirlo, encontrar metáforas, imágenes, hipérboles y cuantas figuras literarias pudiéramos identificar y finalmente dar una opinión personal del personaje. Al salir del colegio comentábamos y preguntábamos entre los compañeros quién lo había hecho, ninguno de los más cercanos lo tenía listo. Nuestras caras reflejaron ansiedad cuando el muy aplicado y estudioso Carlitos, "el pollo” orgulloso nos mostró su voluminoso trabajo.
- Carajo es bastante - dijo “la rata”.
- Nos jodimos, ya no alcanza el tiempo, nos va jalar a todos - dijo “el gusano”.
- Si nos reunimos y lo hacemos entre todos llegamos al lunes - sugerí.
- Ya - dijo “la rata” - en mi casa a las 7.00 de la noche.
Esa noche fuimos llegando a casa de “la rata” uno por uno, con el libro de Hamlet, nos sentamos en el comedor y comenzamos a leer...éramos cinco adolescentes intentando ser responsables.
Transcurridos cinco minutos, “el gusano” exclama,
- No entiendo un carajo - dijo riendo - oigan, ¿se acuerdan de Gabi “Poti”? - agregó
- Claro - dije yo - es bonita, tiene un gran “poto”.
- Hace una fiesta hoy, me llamó y nos invitó a todos - dijo mirándome - Vamos muchachos...
- ¿Y el trabajo ?- preguntó “el caballo”
- ¡Vamos!!!- dijo “el loco”
- Hamlet no se va a ir, hermano - dijo “el gusano”
- Ser o no ser, esa es la pregunta - dije en tono grandilocuente
- Chino, tu le gustas a la “Poti”- dijo “el gusano”
- Vamos ..uón - dije parándome de la mesa, me había convencido.
Demás estaría contar lo que hicimos esa noche, con dieciséis años a veces no hay limites. Bebimos, bailamos, fumamos y alguno tuvo la suerte de acariciar a alguna de las cuatro hermanas “Poti”. A las cinco de la mañana llegué a mi casa con una sonrisa de lado a lado. Mi madre despierta me esperaba, cuando me vio entrar dando tumbos, comenzó a decir,
- ¿Oye tu vienes de estudiar o de fiesta, hueles a cigarro, a cerveza? - preguntó molesta -¿y esa marca en el cuello? Contéstame
No contesté nada, solo subí a mi cuarto y me dormí pensando en Gabi “Poti” y su gran “poto”.
A media mañana del sábado desperté, me bañé y salí a casa de “la rata” a recoger el libro de Shakespeare. Mi madre me gritó que era un irresponsable, que hacía lo que quería, que le contaría a mi padre cuando llegara de viaje y otras cosas más. No le hice caso. Cuando regresé a almorzar mi madre había cocinado mi plato preferido, estaba más calmada y uso otra estrategia. Esta vez no gritó, me abrazó, besó mis mejillas, lloró y me hizo prometer que sería más estudioso. Juré y prometí que lo haría, me sentí culpable. Subí a mi cuarto y me puse a leer Hamlet, de Shakespeare. En realidad hice el intento de hacerlo. A cada momento pensaba en Gabi “Poti” y en sus besos.
Nos volvimos a encontrar como habíamos acordado cuando caía la tarde los cinco en casa de “la rata”, nos sentamos en la mesa, todos muy serios, nos miramos en silencio y comenzamos a reírnos, en verdad íbamos a estudiar, luego de eso uno habló,
- Chino seguro que tú, ya leíste algo del libro. A ti te gusta esa cojudez - dijo “el loco”
- Ser o no ser, esa es la pregunta - dije con seriedad
- ¿Eres cojudo o te haces? Cuéntanos de que va - dijo “el gusano” entre las risas de todos.
Después de las bromas les narré la trama que había leído en casa. Estaba en lo mejor de mi relato cuando sonó el teléfono de la casa. “La rata” contestó y se puso a conversar animadamente con alguien, luego colgó.
- Era Patty “Poti”, dice que sus viejos se han ido de viaje y nos invitan a ver las tres películas de Indiana Jones. Están las cuatro y una prima, Cecilia “ la caballona” la de grandes pechos. No llevaremos nada, parece que sus viejos se olvidaron una caja de vinos.
Nadie dudó, cerramos los libros y nos fuimos para allá, la juerga no podía esperar. La mamá “de la rata” nos miró y movió la cabeza en señal de reproche, si dijo, algo no la escuchamos.
Al día siguiente, estaba pasando el domingo con una gran resaca por el vino de la noche anterior, me dolía la cabeza y dormitaba por ratos. De pronto como si algo explotara en mi cabeza, recordé,
- ¡La monografía de Shakespeare !!!!
Me senté en el escritorio a leer...
Ya en el aula mis recuerdos del fin de semana se esfumaron cuando “el gusano” y “la rata”, que se sentaban detrás mío, me preguntaron si había hecho la monografía. Les dije que sí. ¿ y ustedes?, mi hermana me lo hizo, dijo “el gusano”. Yo me amanecí, respondió “la rata”. Miré a mis otros compañeros, “el loco” y “el caballo” pasaron su dedo pulgar por el cuello, sacando la lengua a un costado, con cara de sentenciados a muerte.
- Adrianzén - Llamó el profesor Torres - explíqueme que es una figura literaria, si ha hecho el trabajo sabrá responder
- Si profesor, esteeé, son formas no convencionales de usar las palabras - respondí inseguro.
- Humm más o menos - dijo
- ¿Cuáles encontró en el libro? - preguntó otra vez - Dígame una.
- mmm ¿Metáforas? - casi pregunté o afirmé.
- Muy bien, entregue su trabajo.
Me puse de pie y me dirigí a su escritorio, con mi trabajo en las manos. Me sentía a como el naufrago que ha visto un barco en el horizonte, salvado. El profesor Torres me miró desde su asiento y su rostro fue cambiando de expresión, el color de su piel adquirió un rojo intenso. Su mirada llena de ira me asustó. Me paré frente a él.
- ¿Y eso? - dijo señalando el cierre de mi pantalón - ¿Qué cochinadas son esas?
Me miré el pantalón y con sinceridad respondí,
- Es nata profesor Torres, del desayuno, derramé la leche.
- Eso parece otra cosa ¿cochinadas en mi clase? Jamás - dijo poniéndose de pie.
- Profe yo... -intenté explicar
- Vaya a lavarse esas cochinadas de su pantalón
“El gusano” se tapaba la boca para no reír a carcajadas, “el caballo”, “el loco” estaban debajo de la carpeta partiéndose de risa. El aula entera estaba sorprendida, casi todos mis compañeros se mantuvieron callados, sorprendidos. “La rata” con su indice en los labios decía, cállate chino. Rosita, mi compañera de carpeta que era la chica que me gustaba, movía la cabeza de lado a lado, censurando.
- Es nata profesor, ¿por qué tengo que salir?
- ¡Fuera de mi clase, fuera, obsceno, cochino, mañoso!!!!. ¡Fuera, fuera!!!
Entonces perdí el control, y le grité
- ¡El mañoso es usted, la mañosería está en su cabeza. Odio su clase, odio la literatura, odio las metáforas, odio las figuras literarias, odio el vino!!! - gritaba - ¡Es usted un viejo de... !!!!
A esas alturas “la rata”, “el gusano”, “el caballo” y “el loco” ya me sacaban casi en vilo del aula. Uno de ellos tapó mi boca y no terminé la frase (felizmente). Todos estaban estupefactos, nadie había gritado al severo profesor de literatura, hasta ese día.
Me suspendieron tres días del colegio y por primera vez, desaprobé literatura.
Si el profesor Torres supiera hoy, que vivo entre versos e historias, entre sentimientos y sueños. ¿Qué pensaría?. Me pregunto a veces.
Como sea a veces cuando enfrento una hoja en blanco, me acuerdo de cuando aprendí lo que son las figuras literarias y del buen profesor Torres que me enseñó eso.
Ahora lo recuerdo con cariño y me sonrío solo.