domingo, 21 de mayo de 2023

Palabras perdidas



He perdido la voz junto con la paz

un verso agoniza a media jornada 

entre la noche sin luna 

y el frío amanecer del viernes que se fue

sin abrazarle


No encuentro la palabra

está perdida entre mis sueños

y la rapidez del tiempo,

en el silencio que extraña su voz

duerme el amor

que grita sin ruido su dolor

 

No descifro el teorema, 

cómo transformar el vacío de estas sábanas 

en una historia feliz que incluyan mis esperanzas


No encuentro la razón de esta nostalgia


Quizás el pacto sea,

mientras ella me olvida

yo la quiero en silencio

sin encontrar palabras


El sueño me abraza










 

jueves, 11 de mayo de 2023

11 de Mayo

             







  • Los incas vinieron del lago Titicaca, y luego hicieron un gran imperio. El más grande de América, el Inca más importante se llamó Pachacutec…


Así recuerdo que contaba mi abuelo Antonio después de regalarme dos chocolates cua-cua y una bolsa de caramelos de perita. Sentado en sus piernas con cinco o seis años.


  • El general Ollantay se enamoró de Cusi Cuyllur, pero el Inca no aceptó ese amor, porque él no era de la nobleza.


Algunas tardes escuchaba hipnotizado sus historias, que luego descubriría que eran parte de la historia del Perú. Mi primer superhéroe fue Cahuide, el del torreón en el Cuzco y Manco Inca, fue el primer luchador que se rebeló contra la tiranía y la conquista, repetía mi abuelo, de Tupac Amaru, decía orgulloso, es una leyenda e inspiración para nuestro pueblo.


Cuando en el colegio yo hablaba de esas historias mis compañeros se reían, pues nadie podía superar a Ultra 7, o al Avispón Verde y ellos, niños iguales que yo, se burlaban de mí hasta que le partía un labio al más cargoso. 


Y todo por culpa de mi abuelo Antonio Sandoval Honorio y sus historias, se quejaba mi mamá, cuando regresaba del colegio.


  • Oye - decía mi abuelo Antonio - ellos no conocen la historia como nosotros, no les hagas caso.


Y volvía a contarme las historias de su natal Otuzco, de la Virgen de la Puerta, del padre Máximo, el sacerdote de la catedral de Otuzco, del Taita Cáceres y su resistencia, de la batalla de Huamachuco,  de cuando le dieron un fusil y disparó al bulto en la oscuridad de la noche en la revolución del 32 en Trujillo, de su escape a pie hasta la sierra, de los fusilamientos en Chan Chan. De Sánchez Cerro y de cómo murió y de un sin fin de historias, que voy recordando poco a poco, cada vez que lo recuerdo.


Mi abuelo Antonio, dejó el colegio muy joven porque tenía que trabajar, él solo hizo la primaria pero no dejó de leer jamás. A él le encantaba la historia y ese fue su mejor regalo para mí, su primer nieto varón. 


Cuando escribo o cuento alguna historia, imagino que está a mi lado susurrando en mi oído para que la recuerde.


Él nació un 11 de Mayo 1911, en Otuzco, ciudad que llegué a conocer solo para sentirme más ligado a su recuerdo.


En donde estés abuelo Antonio, gracias por tus historias.


Sigues vivo en cada una de ellas.