lunes, 17 de julio de 2023

Resiliencia


RESILIENCIA

Tocaron a la puerta cuando él recién se despertaba, sin sospechar nada abrió confiado después que le dijeron que eran de recepción. Esa acción le cambiaría la vida.

Los policías entraron con agresividad, empujaron la puerta con fuerza sorprendiendo a Max que cayó al suelo, sobre él se abalanzaron dos agentes gritando improperios e insultos, mientras otros ingresaban a la habitación. El instinto hizo que se resistiera e intentara zafarse de sus captores.

- Ya perdiste tío - le dijeron - deja de moverte, que te han echado.

- ¿Cómo? ¿De qué habla? - dijo Max, mientras estaba boca abajo.

Lo cargaron entre dos y lo sentaron en una silla. A su alrededor otros policías tiraban por el suelo sus pertenencias, rebuscaban entre su ropa y los paquetes que tenía.

- ¿Dónde está tu arma? - le dijo el que parecía el jefe.

- No uso armas, están equivocados - dijo Max, se esforzaba en pensar rápido y parecer calmado después de la sorpresa, respiraba tranquilo, serenando sus latidos.

- Te tenemos grabado, entregaste el maletín con droga a Mayelin y ella te identificó, ya perdiste.- le dijo el que se identificó como capitán.

En ese instante comprendió todo, de nada valía negarse. Solo guardo silencio, mientras pensaba qué haría. ¿Qué pasará ahora?

Después de seis años, tres meses y dos días, Max está parado en la plaza de armas del Cuzco, mira a la gente caminar con sus prisas y apuros, no sabe qué vendrá, qué pasará, no tiene dinero, se siente extraño, nadie lo vigila, nadie le dice qué hacer, a donde ir. Se vuelve a interrogar “¿Qué haré?” Aún no lo sabe, pero sabe que tiene toda una vida por delante.

Es libre ha salido del penal, de purgar una pena por no delatar a quienes le mintieron, le utilizaron y luego olvidaron.

Se acerca a una chica y le cuenta que necesita llamar a un familiar por whatsapp. Ella desconfiada al principio, sonríe luego cuando él le explica lo que sucede, no le miente. Ella le da el celular y llama a su hermana a Lima. Max se emociona, con voz entrecortada le dice que hoy salió, que ya está libre. Quiere pagar la llamada pero ella se niega, solo le dice “aprovecha el segundo tiempo amigo”. Max sonríe y comprende que eso es cierto. Es una señal, piensa.

Ya en Lima después de la euforia inicial de su familia al verlo, cuando los días se calman y comienza a caer la rutina de la vida, cuando su familia comienza a preguntar en voz baja ¿Qué hará con su vida?, cuando las miradas se comienzan a tornar incómodas. Max, comienza a dibujar en su habitación otra vez, como aprendió en el penal.

Mientras hace trazos sobre cartulinas en blanco, se deja guiar por su espíritu, por los recuerdos, por las ganas que tiene de expresar aquello que con palabras no puede decir, porque no hay vocablos que expliquen lo que siente cada día, a cada instante. Ya pasó el tiempo de los “¿por qué?” ya pasaron los momentos de las culpas, de los reproches, peor de lo que estuvo, no puede caer. Hoy es tiempo de crear, de plasmar, de sonreír, de creer, de confiar en sus sueños, en sus proyectos.

Su mano diestra dibuja lo que ve con los ojos del alma, lo que su corazón percibe y guarda. Cuando termina mira satisfecho la figura de un perro bóxer hecho en carboncillo sobre una cartulina que tenía a la mano.

- ¿Max y por qué dibujaste un perro? - le pregunta el hombre intrigado, días después.

- No lo sé, quizás porque son leales, fieles y silenciosos. Están allí con las personas siempre, sin dudar. Mansos, confiados - responde observando su dibujo - Como yo soy - agrega.

- Si te pido más dibujos, ¿podrías hacerlos?, digo de otras razas - pregunta el hombre incrédulo

- Claro, dime y yo los hago. ¿de qué raza quieres? - pregunta Max.

- Son para mi libro "Días de perros", te cuento… - y el hombre le explica sus sueños.

Al rato, después de dos rondas de cafés frente al parque en Miraflores, suena el celular de Max interrumpiendo nuestra conversación. Contesta y se alegra, exclama en un grito, “Claro que sí”. Luego de reír y agradecer, cuelga dando bendiciones.

- ¡Me voy a Francia! - dice con alegría desbordante - mi hermana me envía el pasaje, pero antes haré tus dibujos.

Cuando nos despedimos, observo el caminar de Max, es un hombre diferente a muchos que conozco, siempre fue cariñoso conmigo, amable, atento. La vida no lo venció, ni lo vencerá. se equivocó en ser confiado, reconoce, pero él mira para adelante. No se desespera y sabe que su oportunidad está por llegar.

Cuando llega a casa se acerca a su madre, la besa y le dice con cariño.

- Gordita, todo estará bien, ven para contarte

La toma de la mano y juntos se sientan en la mesa a conversar.

El futuro espera, todo está bien.