En una ciudad de Lima acosada por el terrorismo en los años 80, con 22 años era difícil en Pueblo Libre, distrito donde vivíamos, encontrar un hotel o un hostal en donde poder estar en la intimidad con tu pareja, enamorada, alguna "trampa" o “pacharaca” (chicas fáciles) que conocías en alguna fiesta de un fin de semana. Si querías ir a un hostal tenías que ir a otro distrito donde eran escasos, sólo tenías uno frente al cine San Felipe en Jesús María, donde te encontrabas alguna vez con algún conocido en la azotea donde funcionaba a media luz un bar- discoteca mientras esperabas que se desocupara alguna habitación.
También estaban los hostales frente al hospital Rebagliati, también en Jesús María, el problema era que podían encontrarse los que salían del hostal y los que madrugaban por una cita médica, generalmente alguna mamá o tía de algún amigo, “Hola muchacho buenos días, ¿has madrugado?” te decían irónicamente, mientras estudiaban de pies a cabeza a tu acompañante, que escondía el rostro con sus cabellos.
Existía el "Inkari" en Magdalena, casi en la bajada a la playa, pero el precio no estaba al alcance de los bolsillos de un estudiante, que en su mayoría éramos nosotros. La otra opción era quedarse en uno de los numerosos parques que había en el distrito. Allí había que esperar las horas en el que salen las ánimas y las calles están vacías , ósea más o menos las tres de la madrugada, entonces el parque y sus ramadas te escondían de toda mirada. Otra historia era que los perros no te molestaran o que no te ensuciaras en el césped.
A veces cuando estabas ya acelerado, con los tragos encima, con la ansiedad y la líbido explotando, cargado de tantas ganas que se notaba en la entrepierna, llegabas al hostal de la mano de la fémina dispuesto a todo, y era entonces que tocabas la ventanilla de la puerta con una gran ansiedad. Esta se abría y un par de ojos te escrutaban interrogantes, "un cuarto por favor" decías y por esa rendija una voz te respondía, "todo está ocupado".
¡¡¡Horror!!! …En ese momento no sabíamos qué decir. Incómodo por la situación. Luego de tensos segundos atinabas a reaccionar, "esperamos" decías lacónicamente mirando fijo a la chica y rogando con las manos para que no se desanimara, dejabas pasar los minutos con temor a escuchar de sus labios "otro día papito", "no importa", "no tienes auto qué pena".
Si tenías suerte uno se desocupaba y entrabas, pero si no era así, era vergonzante proponerle a tu amiga tener sexo en el parque y ser rechazado por misio o imbécil, solo las "pacharacas" accedían y el alcohol lograba tamaño milagro.
Para la banda de amigos, ex alumnos de un colegio conocido de la zona todo eso era un problema. Ellos, reunidos un sábado en el parque Suecia a altas horas de la noche discutían sobre ello. A esa edad más importante que el terrorismo que había en el país, era tener sexo todos los fines de semana.
Allí estaban los “polarinos” conversando sobre sus frustrantes historias de amor y sexo, cuando aparece el "Charapa" con la novedad.
Muchachos mi tío se va de viaje y está alquilando su departamento de dos habitaciones.
Todos se quedaron mirándole
Sin mayores deliberaciones y como una sola idea acordaron alquilar juntos el depa y compartirlo por horas pero solo con algunas condiciones.
Como buenos “polarinos” educados en el orden y los buenos modales comenzaron a idear unos estatutos para que hubiera un orden y nadie peleara.
Allí estaban los hermanos Caradura (Pablo Mármol y Arnaldo André), el Rater, el Perro y el Gusano cerca de la madrugada en el parque cubiertos por la niebla de invierno, dialogando, discutiendo y acordando que harían, terminando otro ron Pampero con Coca Cola, hasta que los sorprendió el amanecer.
Acordaron que la cuota sería de 100 soles, que cada uno tendría el departamento para sí un día de la semana y que los fines de semana sería por sorteo, de la limpieza se encargaban todos los domingos y que cada uno debía llevar sus propias sábanas y su jabón. Cada uno firmó el acuerdo, puso su huella digital y una cruz con su sangre al costado resaltando el compromiso de silencio y fidelidad con todos.
Durante la semana reunieron el dinero, Mármol firmó el contrato e hicieron el sorteo de los días que le tocaba a cada uno e iniciaron la rotación de visitas íntimas.
Y así no volvieron a escuchar “ todo está ocupado”.
Transcurrió un mes sin sobresaltos ni problemas, todos estaban felices, comentaban que podían ahorrar dinero para otras cosas y que sus relaciones habían mejorado.
El segundo mes, cada puso su cuota y continuaron con la rutina.
Un domingo en el que todos estaban limpiando y cortando la resaca del sábado, Mármol hizo una propuesta,
- Muchachos he notado que el Perro está resentido porque ninguno lo ha invitado un fin de semana al depa - dijo
Si pues, no salí sorteado ningún fin de semana - dijo el aludido
Comparito, pasa que su flaca es muy rochosa y criticona - dijo el Gusano
Si pues - confirmaron todos
Bueno cuñao, tienen razón - dijo Mármol mirando al Perro, agregando luego - que les parece si hacemos que el depa se pague solo.
¿?
¿ Cómo así?
¡Tas huevón!!!
¡No jodas!!!
¿?
Respondieron intrigados todos,
Claro pes, muchachos, lo alquilamos los fines de semana por horas, 20 soles cada hora. - dijo entusiasmado Mármol - yo me encargo
Oe buena idea - dijeron todos
Brindemos carajo, estamos de acuerdo
Salud por la puta madre, que buena idea
Oe se acabó el Pampero, quien compra otro, una “chancha” - dijo Arnaldo André
Y así “los polarinos” se convirtieron en empresarios.
CONTINUARÁ...
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