Despierto como últimamente lo
vengo haciendo, adolorido en mis piernas, adolorido de mi cintura, adolorido en mis
caderas. Creo que es por el exceso en mis caminatas reflexivas. Algunos (los maestros gurús) dicen que son mis defensas bajas, producto de mi depresión. Y yo sonrío. Si
hace un año me hubieran dicho aquello, les habría dado la razón. Hubiera
asentido en silencio incapaz de emitir alguna objeción o defensa de las
sentencias de aquellos que encontraron la fórmula del buen vivir.
Pero comprendo que ellos
sentenciaban por lo que observaban en mí. Un hombre venido a menos, dubitativo,
inseguro, de mirada perdida, de palabras tenues y negativas. Bebedor y fumador
de fines de semana que buscaban paliar un dolor incapaz de manejar. Dolor de
soledad, dolor de abandono, dolor de miedo al futuro, dolor de frustración,
dolor de todo lo que escuchaba de mí, dolor de mi suerte, dolor de vivir. Dolor
y odio por mí mismo.
Hoy despierto adolorido es
cierto. Pero despierto consciente.
Consciente de que el presente
es más halagüeño que hace meses atrás. Y eso me anima cada día más.
Hace meses desperté y entendí que mi hijo con 25 años había
marchado a Brasil, a encontrar su destino. Y que mis cariños no correspondidos,
ya no me pertenecían. Por lo tanto era momento de dejarlos ir y comenzar a
pensar en mi corazón. Que la vida era muy corta, como para sufrirla
diariamente. Supongo que la noche anterior fueron las últimas lágrimas que
derramé sobre las sabanas, creciendo entre sueños la convicción de que algo
debía de cambiar en mi vida. Así que decidí hacerme cargo de mi mismo.
Me desperté como siempre de
madrugada, me bañé, cambié y salí. Llegué al trabajo que me asfixiaba desde
hacía tiempo. Saludé y como siempre
dediqué mi esfuerzo (no reconocido) a ese empleo. Sobre las diez de la mañana,
llegó el dueño. Un nikei impresentable, prepotente, manipulador, mentiroso, con
aires de gran señor y pobre de espíritu, alguien a quien alguna vez admiré y
consideré amigo (lamentable decepción). Este personaje preguntó si sus órdenes
estaban siendo cumplidas. Como no era conmigo, guardé silencio. Cuando nadie le
contestó se dirigió a mí, llamándome la
atención e indagando porque nadie le respondía. Solo le miré, me convocó a su despacho.
-
Sabes Iván, no sé qué sucede contigo. Tu
actitud…. – y seguía hablando. Escuchaba
su voz sin entender lo que decía. Mis pensamientos se agolpaban buscando
liberarse.
-
¿No tienes nada que decir? – preguntó cuándo
terminó su discurso y le miré
-
Cuando tu empresa no era nada, estuve contigo.
Cuando enfermaste, te apoyé. Cuidé tus cosas como si fueran mías. Ahora solo
ves lo que quieres ver. – dije – Nadie te responde y solo a mí me traes
aquí - agregué y salí del despacho,
cuando algo decía.
Dicho eso, fui a mi lugar, reuní
mis cosas personales y salí de la oficina. Dejando el trabajo que durante dos
años soporté. Creyendo que esa era la única manera de sobrevivir y era lo que
tenía que hacer. Contribuir a la riqueza de un explotador.
De ese día han pasado 10
meses. Y la verdad no ha sido nada malo. Por el contrario, he conocido más de
mí mismo, de lo que conocí en años. En este tiempo, hice lo que me
gusta, escribir, viajar, conocer lugares y personas, experimentar nuevas
emociones, desapegarme y aprender a caminar conmigo mismo. Nada es fácil y todo
es un proceso, digo ahora. Me esfuerzo
en ser consecuente con el dicho aquel “de aprendiz de todo y maestro de nada”. Y
trato en todo momento de estar en paz. No importa tener la razón (pienso) me
importa mi tranquilidad. Actualmente necesito muchas cosas y también me falta
muy poco (irónico), no me angustio y mi aparente calma desespera a quienes me
rodean, quienes consideran que mi actitud apática (dicen) es conformista. Desde
meses atrás, realizo todo tipo actividades para vivir, pero no dejo de
considerarme en esencia poeta y escritor. A saber esto es lo que recuerdo y
detallo, para que comprendas a que me refiero.
He pintado fachadas de casas. He
sido chofer, repartidor y cargador de encomiendas. Tertuliano en la casa de
Morgan, el perro del Perro. Chofer y guía turístico. Mensajero de malas
noticias, courrier de avisos de embargo. Tramitador en ministerios y entidades
públicas. He redactado informes para proyectos de Agua y desagüe, en zonas
necesitadas de Lima. Carpintero ingenioso. Organizador de eventos de poesía y
música en “Secretos de Mamina” de mi amiga Francine. Electricista improvisado.
Fontanero a medias (rompí la cañería). Consejero en peleas de novios, mediador
en disputas callejeras. Maestro de ceremonias. Me he unido a un colectivo de
artistas poéticos de nombre Templo Furor. He organizado polladas. He sido declamador
de poesía en los micros. Me he amanecido,
junto a otros poetas, tomando con una poeta muy parecida a Edith Piaf, (dueña
de una mirada especial y de quien no recuerdo el nombre) escuchándola declamar sus versos bajo la garúa
de la noche húmeda de Lima. Soy escritor de cuentos difamatorios. Me han
nombrado el “amigo elegido” un jueves de
patas. He sido testigo de borracheras y vómitos de personas muy escrupulosas y
cristianas. Ahora conozco poetas y escritores muy buenos, a quienes llamo
amigos, por culpa de Giuliano. También he sido guardaespaldas
de madres con hijos en procesiones. Soy el valet de Jeannette, una diva cantante
famosa. He aprendido un poco de expresión corporal en un taller con una
colombiana hermosa. He aguardado en vigilia, en la puerta de un hotel para
despachar a los amantes a sus casas, como taxista. Conozco a Karina y a Kathy,
dos hermosas madres poetas, que me honran cuando me dicen amigo. He puesto el
pecho por poetas temerosos en una pelea callejera. He declamado mis versos en
eventos “underground”. Vendo libros en campos feriales o a domicilio. He
conocido a Mirlo, hermosa poeta de versos sensuales y cuentos para niños. Participo
de las marchas anticorrupción asido de la bandera del Perú, siguiendo mis
principios y a una amiga que me gusta. Me he amanecido hablando de poesía y
literatura en Barranco, la Plaza San Martín, la Plaza Francia con Italo, mi amigo hermano. He compartido micrófono con Remo y Fausto. Le he dicho me
gustas a una chica que no me gusta. Conozco a Víctor, un gran docente, mejor
poeta y excelente amigo, de quien aprendo demasiado. El serenazgo me
ha echado de los escalones del antiguo
cine Colón, una madrugada de julio. He despertado en el Agustino, acusado de
tocar la pierna de la novia de un amigo. Dejé de ser templofuriano y sigo siendo poeta. Soy amigo
de Egeria Gaviota, una valiente poeta y madre, futura psicóloga que me dice
papá. He ido y regresado de Canta el mismo día. Me he disgustado con los que
son valientes por el internet y luego se orinan cuando en el mundo real los
encaras. He tratado de formar grupos de
venta en un negocio piramidal. He conocido a Carlos, un descendiente persa con escafandra, con quien hago memes. He cerrado mi empresa de venta de productos de
limpieza, gracias a la Sunat. He reclamado por mis derechos en un bus, cuando
estos hacen carreras. Me han asaltado. Me he mudado lejos de Pueblo Libre. He vendido revistas donde he publicado mis poemas.
Creo Blogs y soy asesor de imagen en redes sociales. Administro una página virtual de ventas de
libros. He vendido bronce al peso. Tengo algo de reciclador y reducidor. Soy en
buena cuenta, pienso, sonriendo, un 4 x 4.
Y sigo soñando, sigo viviendo,
manteniendo la esperanza de que éste sea
el camino correcto.
Para algún familiar cercano
(que ha dejado de hablarme) soy un fracaso. Para mi padrino y amigo adorado,
soy un desperdicio de talentos, con alguna posibilidad aún. Para algunos amigos, sigo deprimido, perdido,
sin rumbo ni conocimiento de que quiero hacer con mi vida. Para mis padres soy
una preocupación. Para mis hermanas, la oveja gris que no debió dejar España. Para los que encontraron la fórmula
del éxito y el buen vivir, vendieron la casa familiar y ahora presumen de
hombres exitosos, mi vibración es baja por ello solo atraigo pesares y estoy en
nada. Para mi ex esposa, soy un soñador que nada tiene, culpable de su baja estima, que merece
ser olvidado. Para mis acreedores, el timador elocuente que les convenció a
confiar en él.
Para mi hijo, un padre que
tiene que encontrar su camino.
Pero para mí, el actor
importante de mi historia, soy lo que pienso y este es el momento de elegir
correctamente.
Este es el tiempo de la
testaruda decisión de vivir a mi manera.
Hace poco me dijeron que siempre hice lo que quise. No fue así. Mis decisiones
fueron hechas a la luz de lo que aprendí. Y aprendí erróneamente,
siguiendo patrones de conducta,
sentencias ajenas y visiones del mundo de quienes admiraba. Viví aconsejado por
mis temores y baja estima. Viviendo a la defensiva con el mundo y rechazando
oportunidades buenas.
Hoy vivo buscando paz. Me
despierto con el cuerpo adolorido, pero con el ánimo en alto. Lo que hago, no
tiene sentido para los demás, pero si para mí. Hay familiares que me ayudan con
amor y algunos con poca paciencia. Paso los 50 años y tengo la misma ilusión en
mis proyectos, como cuando tenía 20 años. Me conozco y conozco mis puntos
flacos y fuertes. Soy elocuente, entusiasta, educado. Sigo enamorado, amo a mi
hijo y su futuro. Me amo y confío en mí.
Sigo aprendiendo de todo y pretendo ser feliz. Guardo una lista con los nombres
de quienes confiaron en mí, para pagarles y honrar mi palabra.
Ese soy yo, un Marginal. (Así
me dijeron)
Y en ese momento, la sangre calentó mis venas.
Y este corazón parchado, aceleró su ritmo. Y el orgullo infló mi pecho. Pues lo soy. Camino al lado del camino ahora. Consciente
de mi vida. En fin.
Olvidaba decir amigo y amiga, el motivo
de toda esta reflexión, que estoy buscando trabajo.
BUSCO TRABAJO, no lo olvides.
Busco trabajo para realizar mi
sueño de publicar mi libro y luego mi
poemario. Estoy vendiendo además mi cámara fotográfica. Vendiendo mis
herramientas y algunas cosas más. Estoy buscando un lugar donde vivir también y sigo escribiendo, y sigo soñando…
Estoy vivo.
Si sabes de algo que me pudiera
ayudar a ganarme la vida. Recibo propuestas decentes y legales.
Que estés bien, yo lo estoy.
Ahora
PD 1: Si necesitas mi CV, dímelo
inbox