Cuando tenía 9 años unos muchachos del nuevo barrio al que mis padres se
habían mudado en Pueblo Libre, me pegaron porque le había pateado los
testículos al mayor de todos, que tenía 16, pues me enseñó por vez primera una
revista pornográfica, eso no fue el problema, el problema fue que me dijo que a
mi madre le hacían todo eso y yo que creía, que el sexo solo lo hacían las
mujeres de la calle. Me ofendí y le pateé las gónadas. Este imberbe me alcanzó
junto con los demás muchachos y me cazaron a patadas, casi llegando a las
puertas de la nueva casa. Recuerdo que caí en el poste del alumbrado enfrente
de mi casa y me pegaron como ha entenado. Se detuvieron cuando mi hermana mayor
Carolina, les enfrentó, los empujó, les enrostró su cobardía, furiosa y
valiente, ella solo tenía 11 años, ella defendía a su hermanito.
Carolina, siempre ha estado cerca de mí, ayudándome, aconsejándome,
criticándome con dureza y verdad, molestándose cuando era necesario. Siempre
presente a pesar de nuestras discusiones y nuestros desencuentros, mi rebeldía
natural siempre cuestionó su frase “soy tu hermana mayor” pero siempre me gustó
que dijera “eres mi hermanito”. Cuando alguna enamorada no era de su agrado, lo
demostraba y cuando le agradaba se hacía amiga de ella, le invitaba lonche y
robaba su atención, le encantaba estar entre mis amigos y decirnos que le
encantaba nuestra amistad, a Luciano, a Ulises, a Edgar, a José, a nuestro
difunto Julio, siempre les dedicó una palabra y una sonrisa, hace unos meses me
dijo que si yo los considero mis hermanos, ellos también lo eran un poquito de
ella.
Carolina siempre fue testadura y apegada a sus cosas, y eso me causaba
risa y me burlaba de ella, recuerdo que tenía un buzo de la UNMSM, viejo y algo
raído, pero era su buzo de la universidad y lo adoraba, ella se encontraba
regando el jardín de la casa. Yo, llegaba de la universidad, pasé por su lado
mirándola y le recriminé “quítate ese buzo, oye”, “me gusta pues” respondió
ella y entré a la casa.
A los minutos entra Carolina llorando, la miramos sorprendidos mi madre
y yo esperando nos explique. “Un idiota se acerca a la reja y me llama,
chiquita, chiquita, llama a tu patrona que vengo haciendo una promoción de
ollas”. Mi madre y yo nos hemos reído sin parar, hasta que ella se rió también,
pero jamás tiró ese buzo, creo que mi madre lo escondió y luego lo botó.
Así recuerdo a mi hermana, testaruda, valiente para defenderme y decir
las cosas de frente. Debes haber leído en otros post que estoy orgulloso de la
hermana que tengo y es cierto.
Pero quiero contarte ahora que mi hermana está en España y tiene cáncer
al pulmón, desde hace 4 años y ha luchado contra este mal como fiera y con
entereza. Dejó su vida en Italia y se trasladó a España cerca de mi madre y se
sometió a terapias experimentales y quimios sin cesar. Ha luchado, se ha caído
y se ha levantado una y otra vez, jamás aceptó una silla de ruedas y permitió
ser tratada con deferencia por su enfermedad, se disgustó cuando escribí de mi
familia disfuncional, y me dijo las cosas que pensaba con dureza, pero no dejó
de llamarme hermano y decirme lo mucho que me quiere. A veces, crees que la
muerte te roza y no te alcanza, cuando tuve los infartos y el derrame cerebral
ella preocupada me ayudó y luego fue ese ángel guardián en mi vida. Pero la
muerte nos alcanza como algo inexorable y yo, que hablo mucho, no tengo
palabras, ni razones más.
España, está en crisis sanitaria, Carito tuvo una crisis por su afección
y la llevaron de emergencia, pero la prioridad son los pacientes con
posibilidades de mejoría. Y aunque las pruebas dieron negativo para
Coronavirus, no podían atenderla de forma adecuada, la fase 4 prioriza
pacientes y mi hermana Carolina ya no lo es.
Carolina está en coma inducido, para paliar el intenso dolor que siente
por la enfermedad. Mi madre, de 85 años no puede ver a su hija, ni despedirse
de ella, imagino el dolor y el sufrimiento que tiene y me preocupa mucho. Mi
padre, en Lima está en fase de negación y no le juzgo. Yo, lejos escribiendo
esto en el silencio de mi habitación, intentado comprender qué debemos aprender
de todo esto, nosotros como familia, tan desperdigados por el mundo como
estamos. Quería ir a verla, pero no la alcanzaré, quizás cuando leas esto
Carito mi hermana mayor, ya no esté entre nosotros o quizás siguiendo un rasgo
muy típico en ella siga dando la batalla y tercamente se resista a dejar esta
dimensión, que llamamos vida.
Te preguntarás ¿Por qué escribo esto? Para sacarlo de mí, porque no puedo cargar tanto dolor de ver a mi hermana en una video llamada sin abrazarla, sin decirle que la amo y que me hará mucha falta. Porque mis lágrimas no se calman, por estar atrapado en esta ciudad limeña que no quiero y veo a mi madre con su dolor que no amaina. Lo escribo porque es mi catarsis y se me da la gana, como diría Carolina.
Preparé mi viaje, pero hubieron otras circunstancias que me impidieron hacerlo, no juzgo, no culpo, no exijo, a cada quien lo que le corresponde. La vida esa de la que escriben los poetas siempre se encarga de cobrar las cuentas pendientes y las deslealtades egoístas.
Permíteme ser egoísta y en medio de este flagelo mundial, pedirte que enciendas una vela en algún rincón de tu casa y eleves una oración por Carolina, mi hermanita para que su paso a otra dimensión no sea doloroso y encuentre el camino en donde están mi padrino Andrés, nuestros abuelos Antonio y Lucrecia, Juan y Margarita, la tía Olga. Por mi madre y mi familia allá lejos, para que encuentren resignación y no se me vayan dejándome más solo.
Y si te quedan unas palabras, ora por mí, para que sea fuerte y encuentre consuelo, halle la paz que no tengo, para que aprenda a llevar este dolor con dignidad, haciendo lo que ella siempre me pedía, “No se te pide mucho, vive como un buen hombre, un buen padre, un buen hijo, un buen hermano. Leslie te necesita, cuídate y sigue tus sueños hermanito, eso siempre envidié de ti, haces lo que quieres y vas donde quieres”.
Este amor que guardo lo tengo conmigo y no sé qué hacer con él, cuando todo pase iré a España y no estarás Carolina como la primera vez que fui, que viajaste a recibirme y a enseñarme una nueva vida, aunque nunca estuviste de acuerdo que retornara a Lima hace años, debo decirte que tenías razón, no encontré nada, solo tristezas, lágrimas, desamor. Pero publiqué mi poemario que quería leerte y ya no podré.
Si amas a alguien díselo, no esperes estar lejos para hacerlo y que no
pueda escucharte. Carito sabe que la amo y que siempre será mi hermana mayor.
Por siempre hermana, nos encontraremos, dicen
Gracias Dios, por darme la hermana que me diste, vives en cada recuerdo
que tengo, gracias porque gran parte de lo que soy ahora, me ayudaste a
construirlo con tu afecto y cariño.