viernes, 20 de marzo de 2020

Mi hermana Carolina, despedida.

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Cuando tenía 9 años unos muchachos del nuevo barrio al que mis padres se habían mudado en Pueblo Libre, me pegaron porque le había pateado los testículos al mayor de todos, que tenía 16, pues me enseñó por vez primera una revista pornográfica, eso no fue el problema, el problema fue que me dijo que a mi madre le hacían todo eso y yo que creía, que el sexo solo lo hacían las mujeres de la calle. Me ofendí y le pateé las gónadas. Este imberbe me alcanzó junto con los demás muchachos y me cazaron a patadas, casi llegando a las puertas de la nueva casa. Recuerdo que caí en el poste del alumbrado enfrente de mi casa y me pegaron como ha entenado. Se detuvieron cuando mi hermana mayor Carolina, les enfrentó, los empujó, les enrostró su cobardía, furiosa y valiente, ella solo tenía 11 años, ella defendía a su hermanito.

Carolina, siempre ha estado cerca de mí, ayudándome, aconsejándome, criticándome con dureza y verdad, molestándose cuando era necesario. Siempre presente a pesar de nuestras discusiones y nuestros desencuentros, mi rebeldía natural siempre cuestionó su frase “soy tu hermana mayor” pero siempre me gustó que dijera “eres mi hermanito”. Cuando alguna enamorada no era de su agrado, lo demostraba y cuando le agradaba se hacía amiga de ella, le invitaba lonche y robaba su atención, le encantaba estar entre mis amigos y decirnos que le encantaba nuestra amistad, a Luciano, a Ulises, a Edgar, a José, a nuestro difunto Julio, siempre les dedicó una palabra y una sonrisa, hace unos meses me dijo que si yo los considero mis hermanos, ellos también lo eran un poquito de ella.

Carolina siempre fue testadura y apegada a sus cosas, y eso me causaba risa y me burlaba de ella, recuerdo que tenía un buzo de la UNMSM, viejo y algo raído, pero era su buzo de la universidad y lo adoraba, ella se encontraba regando el jardín de la casa. Yo, llegaba de la universidad, pasé por su lado mirándola y le recriminé “quítate ese buzo, oye”, “me gusta pues” respondió ella y entré a la casa.

A los minutos entra Carolina llorando, la miramos sorprendidos mi madre y yo esperando nos explique. “Un idiota se acerca a la reja y me llama, chiquita, chiquita, llama a tu patrona que vengo haciendo una promoción de ollas”. Mi madre y yo nos hemos reído sin parar, hasta que ella se rió también, pero jamás tiró ese buzo, creo que mi madre lo escondió y luego lo botó.

Así recuerdo a mi hermana, testaruda, valiente para defenderme y decir las cosas de frente. Debes haber leído en otros post que estoy orgulloso de la hermana que tengo y es cierto.

Pero quiero contarte ahora que mi hermana está en España y tiene cáncer al pulmón, desde hace 4 años y ha luchado contra este mal como fiera y con entereza. Dejó su vida en Italia y se trasladó a España cerca de mi madre y se sometió a terapias experimentales y quimios sin cesar. Ha luchado, se ha caído y se ha levantado una y otra vez, jamás aceptó una silla de ruedas y permitió ser tratada con deferencia por su enfermedad, se disgustó cuando escribí de mi familia disfuncional, y me dijo las cosas que pensaba con dureza, pero no dejó de llamarme hermano y decirme lo mucho que me quiere. A veces, crees que la muerte te roza y no te alcanza, cuando tuve los infartos y el derrame cerebral ella preocupada me ayudó y luego fue ese ángel guardián en mi vida. Pero la muerte nos alcanza como algo inexorable y yo, que hablo mucho, no tengo palabras, ni razones más.
España, está en crisis sanitaria, Carito tuvo una crisis por su afección y la llevaron de emergencia, pero la prioridad son los pacientes con posibilidades de mejoría. Y aunque las pruebas dieron negativo para Coronavirus, no podían atenderla de forma adecuada, la fase 4 prioriza pacientes y mi hermana Carolina ya no lo es.

Carolina está en coma inducido, para paliar el intenso dolor que siente por la enfermedad. Mi madre, de 85 años no puede ver a su hija, ni despedirse de ella, imagino el dolor y el sufrimiento que tiene y me preocupa mucho. Mi padre, en Lima está en fase de negación y no le juzgo. Yo, lejos escribiendo esto en el silencio de mi habitación, intentado comprender qué debemos aprender de todo esto, nosotros como familia, tan desperdigados por el mundo como estamos. Quería ir a verla, pero no la alcanzaré, quizás cuando leas esto Carito mi hermana mayor, ya no esté entre nosotros o quizás siguiendo un rasgo muy típico en ella siga dando la batalla y tercamente se resista a dejar esta dimensión, que llamamos vida.

Te preguntarás ¿Por qué escribo esto? Para sacarlo de mí, porque no puedo cargar tanto dolor de ver a mi hermana en una video llamada sin abrazarla, sin decirle que la amo y que me hará mucha falta. Porque mis lágrimas no se calman, por estar atrapado en esta ciudad limeña que no quiero y veo a mi madre con su dolor que no amaina. Lo escribo porque es mi catarsis y se me da la gana, como diría Carolina.

Preparé mi viaje, pero hubieron otras circunstancias que me impidieron hacerlo, no juzgo, no culpo, no exijo, a cada quien lo que le corresponde. La vida esa de la que escriben los poetas siempre se encarga de cobrar las cuentas pendientes y las deslealtades egoístas.

Permíteme ser egoísta y en medio de este flagelo mundial, pedirte que enciendas una vela en algún rincón de tu casa y eleves una oración por Carolina, mi hermanita para que su paso a otra dimensión no sea doloroso y encuentre el camino en donde están mi padrino Andrés, nuestros abuelos Antonio y Lucrecia, Juan y Margarita, la tía Olga. Por mi madre y mi familia allá lejos, para que encuentren resignación y no se me vayan dejándome más solo.

Y si te quedan unas palabras, ora por mí, para que sea fuerte y encuentre consuelo, halle la paz que no tengo, para que aprenda a llevar este dolor con dignidad, haciendo lo que ella siempre me pedía, “No se te pide mucho, vive como un buen hombre, un buen padre, un buen hijo, un buen hermano. Leslie te necesita, cuídate y sigue tus sueños hermanito, eso siempre envidié de ti, haces lo que quieres y vas donde quieres”.

Este amor que guardo lo tengo conmigo y no sé qué hacer con él, cuando todo pase iré a España y no estarás Carolina como la primera vez que fui, que viajaste a recibirme y a enseñarme una nueva vida, aunque nunca estuviste de acuerdo que retornara a Lima hace años, debo decirte que tenías razón, no encontré nada, solo tristezas, lágrimas, desamor. Pero publiqué mi poemario que quería leerte y ya no podré.

Si amas a alguien díselo, no esperes estar lejos para hacerlo y que no pueda escucharte. Carito sabe que la amo y que siempre será mi hermana mayor.


Por siempre hermana, nos encontraremos, dicen


Gracias Dios, por darme la hermana que me diste, vives en cada recuerdo que tengo, gracias porque gran parte de lo que soy ahora, me ayudaste a construirlo con tu afecto y cariño.