viernes, 30 de octubre de 2015

Por amor...dicen



Estaba enamorado, o al menos eso creía,  en su mundo no existía  juicio alguno que lo alejara de ella. No existían razones o argumentos que pudieran calmar la pasión y la ternura que experimentaba cuando estaba cerca de ella. Se había alejado de sus amigos, de los más entrañables, casi no comía en casa, su familia le parecía extraña y lejana. Su día era dedicado exclusivamente a rendir tributo al amor que sentía por ella. Faltaba a la universidad para estar cerca de ella. Algunos le decían que era obsesión, otros que solo estaba atado “al calzón de ella…” o se burlaban entre ellos de las explicaciones que él intentaba esgrimir. Para él no había definiciones que valieran, ni fundamentos que le convencieran de lo contrario. Sus negros ojos misteriosos y su cuerpo sensual, lo tenían subyugado.

La recogía de su casa, del instituto, de donde ella se lo pidiera, la acompañaba a su casa y luego regresaba por ella para pasear por los parques y calles que le parecían senderos hermosos, llenos de flores y vegetación…la ciudad de piedra a su lado se convertía  en un valle de cuento, y las bancas u esquinas en mudos testigos de su historia de amor. Su tiempo completo era dedicado a  saciar su necesidad de acariciarla y besarla. Jamás se había enamorado de esa manera, con tanta fuerza y pasión que a veces llegaba a faltarle el aire cuando no la veía o ella no contestaba sus llamadas…

Y ella le correspondía en ese sentimiento… pero también le manipulaba cuando quería…

-         Cariño… ¿te puedo pedir un favor?... – dijo sentada sobre la cama, desnuda y terriblemente hermosa.
-         Si mamita…dime…
-         Mañana en el instituto tengo que dar un examen…y necesito un modelo… ¿puedes ser tú?
-         ¿modelo?...
-         Si…de corte de cabello de hombre…Si me amas deberías ayudarme… - agregó mientras acercaba sus carnosos labios a los de él.
-         ¿?...bueno… - dijo sumiso y temeroso…correspondiendo con pasión a la insinuación.

Al día siguiente, cuando se miró al espejo tardó en reconocerse, o adaptarse a lo que este reflejaba. Parecía un puerco espín, su cabello estaba cortado casi al ras. Había algunos claros visibles, su pelos estaban parados en algunos sitios y en otros simplemente no estaban. Debajo de la oreja derecha se notaba un gran parche blanco, con una notoria mancha roja, que le escocía con intensidad. Detrás, estaba ella con su bata blanca. En una mano, un peine negro y en la otra, una tijera…intimidante…

-         Listo termine…te he hecho un corte de moda – dijo satisfecha mirando su obra. Más allá unas mujeres tapaban sus labios conteniendo la risa.
-         ¡Señorita!... – dijo una mujer mayor, que parecía la profesora  – ¿Qué ha hecho? Deme las tijeras, trataremos de arreglar este adefesio…no me refiero a usted joven...
-         Ay Dios – alcanzó a decir el muchacho.

En la calle, él caminaba rojo de la vergüenza, sentía que atraía las miradas de todas las personas. La acompañó hasta su casa,…ojalá no te pongas un gorro, espero que no te avergüences...dijo ella seria, antes de despedirse con un largo beso. El camino por calles vacías hasta la suya, y soportó las bromas de sus amigos cuando llegó a su barrio. Entró con prisa a su casa, su madre horrorizada le preguntó que le había pasado. El dijo escuetamente…Nada…  fue a su cuarto,  y cerró con llave. Sus hermanas se reían a carcajadas  y sus primos no dejaron de burlarse, su abuela solo movió la cabeza de un lado a otro murmurando palabras ininteligibles.  Al rato un grito le anuncio que tenía una llamada al teléfono.

-         ¿Si? ¿Quién habla?...
-         Amorcito…soy yo… - dijo una melosa voz, exagerando y acentuando las palabras, en claro intento de parecer sexy.
-         Hola, cariñito...- dijo él, sin ganas.
-         Mañana tengo examen de manicure…me fallo mi hermano ¿puedes ser mi modelo?
-         ¿?.... (una larga pausa)
-         ¡Amorcito!... ¿estás allí?
-         Eeeste sip…ya cariñito…te ayudo… - dijo pasando su mano por el maltrecho cabello.
-         Te amo, que bueno eres conmigo…luego te compensaré, ya sabes cómo… ¿no?
-         Si… - dijo sin entusiasmo el muchacho.




Y allí estaba sentado a las diez de la mañana de un miércoles, con las manos extendidas sobre una extraña mesa, mientras ella concentrada manipulaba una pinza con la que cortaba sus uñas y retiraba los pequeños pellejos de sus dedos…

-         ¡Ay! … - dijo él mirando fijamente al espejo, evitando mirar a su enamorada.
-         No te quejes que solo he jalado un “pellejito…” - dijo ella con evidente fastidio.
-         Si pero debes jalarlo hacia adelante y no hacia atrás – contestó él mientras miraba el hilo de sangre que se deslizaba por su dedo indicé.
-         ¡Qué cobarde eres…! no me ayudas mucho… - dijo mientras aplicaba alcohol en la herida.
-         Perdona amor – contestó avergonzado, mientras sus ojos se tornaban acuosos, por el ardor intenso. 

A su alrededor las mismas mujeres que se rieron el día anterior, reprimían sus carcajadas y murmuraban entre ellas  compadeciendo al joven,…quien al cabo de dos horas se retiró con su enamorada, con sendos parches en dos de sus dedos. Visiblemente adolorido.

El domingo siguiente, le llamaron sus amigos desde la calle para que saliera a jugar fulbito…

-         No puedo… - contestó desde la ventana - …me he caído bañándome…y tengo una lesión – mintió.

Y miró sus pies, mientras sus amigos se marchaban. Allí estaban sus dedos con parches, con las uñas cortadas al límite que le dificultaban caminar, mucho menos jugar. Pedicure, dijo ella, no te va a doler, dijo…y la recordó inclinada sobre sus pies, experimentando con él (o practicando).

-         Necesito un modelo para una permanente y pintado de cabello… ¿puedes?... - dijo ella entusiasmada otro día, mientras él besaba apasionadamente su cuello.

Pero esta vez,  él se negó…y se pelearon…o ella se molestó y no contestó sus llamadas por días, sumiéndole en una depresión que le hacía sufrir mucho.  Su madre le miraba preocupada, sin decirle nada, sus hermanas solo se burlaban de él y sus primos ya ni caso le hacían, era un caso perdido, decían. Encerrado en su habitación a oscuras, por días esperaba que ella le perdonara y le llamara. Su abuela le miraba y movía la cabeza de lado a lado, decepcionada, el ciclo en la universidad ya estaba perdido.

-         …Estoy estudiando corte y confección…le dijo camino al hostal, cuando se vieron después de casi quince días.  

En la fiesta le miraban extrañados, algunos disimulaban una sonrisa y otros le preguntaban directamente sobre su camisa extrañamente desproporcionada, de mangas ajustadas y con un cuello exageradamente pequeño y colocado hacia atrás, que le incomodaba mucho cuando se encontraba de pie. Otros notaban y señalaban, entre risas, que el pantalón blanco le ajustaba mucho y ceñía mucho por debajo de la cadera. A duras penas podía contener su fastidio y deseo de irse… ¿Disfrazado de qué has venido?, le dijo su amigo Marco, el más íntimo. De nada…weón...contesto él, lacónico, apartándose y mezclándose entre los amigos en busca de ella. Quien orgullosa narraba como le había costado confeccionar las prendas para su amado y devoto enamorado a un divertido auditorio que no dejaba de observarle, conteniendo con dificultad las risas y las burlas.

Y así pasaron los meses…ella siguió unos cursos de comida internacional, y él tuvo una fuerte disentería. Ella estudió luego primeros auxilios, y aprendió a colocar inyecciones...y él tuvo dificultad para sentarse por días. Lo más difícil fue acompañarla a sus clases de defensa personal y tiro…estuvo enyesado del brazo por semanas… y luego a la academia de baile moderno (nunca se acostumbraría a las mallas).

-         Eres tan bueno conmigo…,  - dijo ella, agitada  a su lado. Mientras él miraba extasiado sus cuerpos desnudos que se reflejaban en el espejo del techo. Preguntándose como decirle aquello que quería decirle hacía mucho tiempo. Aún le gustaba, la deseaba, pero ya no la soportaba.

-         Deberíamos casarnos…-  y él abrió los ojos desmesuradamente…y tomó valor.
-         Tengo algo que decirte… - comenzó  a decir, cuando ella le interrumpió.
-         No te preocupes por nada, mis tíos en Estados Unidos ya enviaron mi vestido de novia…y también el terno que usarás ¿Cuánto calzas amorcito?... – preguntó curiosa.

El joven no contestó, la miraba furioso, mientras se vestía. Ya no le importaba encontrarla irresistiblemente bella y voluptuosa, apasionada y sexualmente desconcertante, dispuesta a todo. Solo quería salir de allí. El era "un macho peruano que se respeta".

-         He dicho algo malo… - preguntó desde el lecho, mientras cubría algo de su desnudez.
-         ¿Por qué te vas? Dime algo…

Alcanzó a escuchar él cuando cerró la puerta con fuerza, sin despedirse…

Caminó dos cuadras y comenzó a extrañarla….

Nadie sabe si regresó, si  se casaron o tuvieron hijos….esa es otra historia.













miércoles, 28 de octubre de 2015

Quiero...


Solo quiero escribir…
Y vivir de ello...
Dejándome el alma en un verso…
Viviendo de contar historias…
Sintiéndome vivo en cada palabra que acuño
Encontrándome en cada coma o punto que imponga
Hallándome limpio en un éxtasis de sinceridad conmigo mismo
Perdiéndome en un recodo de palabras honestas
Descubriéndome con sentimientos que guardo muy dentro…
Y seguir siendo quien soy…sin disfrazarme para la situación...
Ni simular sonrisas imperfectas…
Caminando vestido de libertad…seguro de mí.

Solo quiero escribir…
Sin sentirme elegido…
Sin creerme maestro…siendo siempre un aprendiz
Solo quiero escribir…y así ganarme la vida
Conquistando un pequeño espacio en algún corazón errante
En un alma solitaria que entienda lo que digo…
Que viva lo que vivo…
Y que conciba mis palabras como suyas…
Trascendiendo con aquello que dicen que tengo...
Talento.

Solo quiero escribir…
Y así salir de mi encierro…
Para fabricar la dimensión del pez en el agua
E inventarme excusas para un mundo
Que no entiendo…
Deseo escribir…solo para vivir feliz
Para acuñar un horizonte nuevo
Para perseguir un sueño autentico





Solo quiero escribir…
Para no estar perdido…en esta selva de asfalto
Entre tanto grito y bullicio de los claxon
Para dejar de caminar esquivando la indiferencia
Para dejar de sentirme extraño
Para ya no estar ausente…de todo.

Quiero escribir…
Para mí…sin complacencias
Y vivir de ello...
Sin la expectativa de qué voy a hacer…
Adaptado a una realidad…que es más irreal
Que debería sentir como mía y que ya no comprendo…
¿Acaso escribo cosas extrañas?
¿Absurdas…inconscientes…Egoístas?

Quiero escribir y vivir de ello…
En una sociedad mercantil…que no me conoce
En un país que ya no reconozco…
Entre gente que se ha hecho extraña…
Exorcizando mis demonios y fantasmas
Solo quiero escribir…nada más…
Y he de persistir en ello…

Aunque me sea difícil vivir.


sábado, 24 de octubre de 2015

Persiguiendo sueños....



Sentado en la plazuela del puerto de Eten, él contemplaba el crepúsculo que caía, aquel hermoso  atardecer hacía que su melancolía se acentuara cada vez más. No sabía qué hacer con su vida, su mujer lo había echado de casa. No regresaba más por temor a sus cinco violentos hermanos, que por coraje y cariño a sus niños y aunque él comprendía y sabia las razones que ella tenía, no dejaba de dolerle por los hijos que tenía con ella, los quería con toda el alma, pero no sabía cómo ser su padre, él tenía sus sueños y estar allí, le hacía pensar que quizás nunca podría realizarlos y eso le asfixiaba, hasta ese día trabajaba en algo que no le gustaba, vivía una vida jamás soñada, vivía para otros, no para él.. Ya tenía 25 años y no tenía profesión alguna, solo sabía tocar la guitarra como nadie más, no era un gran cantante, pero sabía tararear bien las letras, su magnetismo y encanto hacían el resto. Pero quien le daría trabajo solo por ello, se  preguntaba, como se ganaría la vida con ese simple talento. No sabía qué hacer, el miedo y el temor al futuro le embargaban.

Desempleado ahora y sin lugar donde vivir, a donde iría, que haría, pensó. Buscó en sus bolsillos y solo encontró unas monedas, que le alcanzaron para comprar una coca cola y unos cigarros. Mirando el sol que caía cada vez más rápido hacia el mar, recordaba su vida. Había dejado la universidad y se casó,  se vino al norte, a este sitio olvidado de Dios a trabajar en el negocio de la familia de ella. Lejos de todos, de su familia, de sus amigos de la taberna, se había preguntado más de una vez, si ese era el final de su vida, si eso haría todo el resto de su vacía vida.  Ahora mirando sus bártulos, se daba cuenta que hasta ese momento, no tenía nada de lo que pudiera sentirse orgulloso; hasta su guitarra la había dejado en Lima, solo había engendrado hijos de los que no sabía cómo hacerse responsable…. No es que no los quisiera, los amaba, solo que no sabía cómo era ser padre. Si no era feliz, como hacía feliz a estos niños. Su vida estaba en esas dos maletas viejas y su mochila, todo lo que poseía estaba allí y ciertamente no había mucho, se sentía un don nadie.

Ya la noche le rodeaba y el seguía en el mismo lugar, desde donde estaba podía ver los buses interprovinciales que salían uno tras otro para la capital. Pero como irse sin dinero, regresar derrotado, sin nada, que diría, se dijo para sí. Y una lágrima rodó por su mejilla y luego otra y escondió su rostro entre las piernas sollozando.

Cuando se calmó secando sus lágrimas se prometió hacer algo, no sabía qué, pero algo haría, miró las maletas, las abrió, cogió su mochila y en ella metió lo que creyó era más importante. Y allí dejó las maletas, a la espera de que alguien las encuentre. Puso la mochila  en su hombro y cruzando la plazuela  tenuemente iluminada por los faroles  se dirigió hacia donde el bus esperaba a sus pasajeros.

-          Que tal – contestó el hombre con desconfianza mientras le observaba de pies a cabeza.
-          Mire usted, quería pedirle un favor – dijo haciendo una pausa, mientras intentaba ver la reacción del hombre – Soy de Lima, no tengo dinero, me acaban de echar de mi casa, mi mujer y sus cinco hermanos… - agregó intentando conmover al hombre.
-          Y que hay con eso – dijo este secamente.
-          No tengo donde ir….podría llevarme a Lima, hago lo que sea, limpio el bus, lo lavo si es necesario, haré lo que me pida,  pero por favor ayúdeme a llegar a Lima…. -  dijo con ansiedad.
-          Ya no hay sitio, amigo. – dijo más suave  el hombre y subió al bus, dejándole parado en la penumbra.

Pero, él ya había tomado una decisión, irse a Lima.

Esperó pendiente de cuanto pasaba alrededor del bus, los pasajeros siguieron llegando, siendo recibidos por el chófer y su ayudante, quien parecía más joven y alegre. En un momento en que ambos revisaban las ruedas traseras el joven abordó el bus dirigiéndose rápidamente hacia el final del mismo, sentándose en un asiento vacío, cubriéndose el rostro con una frazada que encontró allí, y fingiéndose dormido espero que el bus partiera.
Cuando el bus empezó a moverse, él supo que lo había logrado. Estaba camino a Lima.

Por la mañana, se despertó por la voz de una muchacha con acento argentino quien cantaba una samba de Mercedes Sosa.  El sol ya estaba casi en su zenit, había dormido por horas, cubierto con la frazada. Fredy, notó que las notas de la guitarra que acompañaba a la rubia cantante, no era de las mejores. Las notas básicas y simples hacían que la melodiosa voz de la chica se perdiera y no fuera apreciada.  Fredy los observaba, mientras no dejaba de pensar en lo que haría si tuviera la guitarra en sus manos. Cuando terminaron la canción algunos aplaudieron con desgano. Y la chica sonrió tímidamente.

-          Amigo -  dijo Fredy con timidez -  podrías prestarme tu guitarra.
-          Che,  porque no – contestó quien había estado tocando, también de acento argentino y con una sonrisa, agregó – ¿sabés tocar? Yo no lo hago muy bien.
-          Algo sé, amigo – contestó Fredy, mientras afinaba la guitarra y la estudiaba.
-          ¿Te sabes Solo le pido a Dios de la Negra Sosa? – preguntó a la chica de ojos azules.
-          Che, como no saber esa canción – dijo mientras miraba extasiada los dedos de Fredy que rasgaba las cuerdas al empezar con los acordes de la canción.

Ella comenzó a cantar, y Fredy le acompañaba con la segunda voz, mientras suavemente sus dedos acariciaban las cuerdas de la guitarra, parecía que esta hablaba, uniéndose con armonía a las voces. Aquella canción fue cantada con emoción por la chica y acompañada por las palmas de los pasajeros, quienes agradablemente sorprendidos, poco a poco se fueron uniendo en ello. Cuando terminaron, muchos aplaudieron y alguno que otro pidió una repetición. Fredy, con timidez intento devolver la guitarra a su dueño, quien la rechazo….

-          Sos un maestro, seguí tocando… -dijo el joven  con una gran sonrisa.

Y Fredy siguió tocando canciones argentinas, chilenas y como no, peruanas…y también se animó a cantar algunos valses y marineras en solitario. Para ese entonces el bus ya era una fiesta en la que todos participaban y pedían canciones; algún espontaneo pedía una canción y Fredy le acompañaba.

Todos se sorprendían de la facilidad para tocar y la buena memoria que tenía, se sabía muchas canciones y melodías. El ayudante del chófer ya le había reconocido de la noche anterior, pero poco importaba, a él le gustaba cantar y Fredy le acompañó en dos canciones. La fiesta estaba generalizada, unos niños hicieron un coro con las indicaciones de Fredy, hasta el chófer también pidió su canción y desde el volante se animó a cantar.
 A esas alturas ya no importaba que Fredy fuera un polizonte que viajaba sin pagar pasaje.  El chófer y su ayudante no recordaban  tanta diversión en alguno de sus viajes.



Llegaron a Chimbote, en donde pararon para almorzar, todos los pasajeros bajaron con prisa, pero  Fredy no lo hizo, no tenía dinero. Pensaba además que si bajaba ya no le dejarían subir y no quería arriesgarse. Estaba con sus pensamientos cuando golpearon la ventana.

-          Trovador ¿Qué haces allí? – preguntó el chófer con ademanes - ¿No bajas a almorzar?...
-          No tengo dinero, maestro – contestó avergonzado Fredy.
-          No te preocupes por eso, nos alegras el viaje… ¿y no te lo vamos a agradecer? Vamos baja ahora…
-          Gracias maestro… - dijo Fredy son una sonrisa, incorporándose del asiento.

Luego del almuerzo, reanudaron el viaje, el ambiente era de cordial camaradería, parecía que todos eran parte de un viaje de excursión. Al cabo de un rato, un joven con acento español le preguntó si conocía una canción…

-           Concierto de Aranjuez, chaval -  dijo mientras  sacaba una flauta traversa.
-          Claro, me gusta mucho…¿Le damos? - contestó Fredy  con sonrisa casi de niño.

Ambos tocaron aquella pieza musical en medio del silencio de todos, con tanta maestría y destreza  que cuando concluyeron los gritos y los aplausos de  conocedores y  neófitos musicales fueron tan atronadores que el chófer detuvo el bus para unirse al reconocimiento.

Y luego la fiesta continuó….

Al llegar a Lima, Fredy ya sabía lo que haría, había decidido que se dedicaría a seguir su sueño,  ser músico, y ese don que poseía le haría vivir para quienes él quería con todo el alma. Comprendía que si no era feliz haciendo lo que él deseaba, no podría hacer feliz a nadie. Dejaría todo lo que le impedía realizar su sueño, se dedicaría a ello. Sin olvidarse de sus niños a quien había dejado en el norte.

-          Cada vez que quieras viajar trovador a cualquier parte del Perú, búscame yo te llevo – le dijo el chófer, quien le dio un fuerte abrazo.

Y Fredy cogiendo su mochila se encaminó a la puerta de la estación. Salía ya cuando escuchó una voz que le llamaba…

-          ¡Chaval…! ¿Cómo te llamas?... ¿Te gustaría conocer España? – le preguntó el joven de la flauta traversa…
-          Soy Fredy M. y lo de España…bueno creo que si me gustaría conocer España… – dijo humildemente….

Y sonriendo cogieron la calle, conversando de la música que les permitió conocerse…

Lo demás, de lo que conoció y vivió luego… es una larga historia que algún día me la contará….Solo me adelantó que tuvo muchas experiencias y que todas ellas , buenas o malas siempre le dejaron algo, me prometió contarme la historia de sus viajes y de quienes conoció, sin embargo me dejó algunas fotos como muestra de aquel largo periplo que es su vida, no sin antes decirme “amigo, haz lo que te gusta, lo que amas, lo que te apasiona….si eso haces.... estas condenado a tener éxito…”…y yo aún sigo pensándomelo…me dedico solo a escribir...

Tengo que vivir de algo, me digo (cuando camino buscando clientes) como muchos que intentan en la vida hacer algo con la suya, pero en esas largas caminatas, voy aprendiendo, escuchando, observando, guardando historias, acuñando frases para algunos versos y me acuerdo de Fredy. Para él no fue fácil, para nadie es fácil, somos lo que pensamos, somos lo que atraemos, somos lo que sembramos y luego cosechamos….somos lo que estamos dispuestos a sacrificar y a entregar…

Fredy es un ejemplo…persiguió su sueño y lo llevó lejos. 

¿Tú que crees?....

Con Tania Libertad


Con Joaquin Sabina



Cuando le conocí...

jueves, 22 de octubre de 2015

Desde mi ventana....


Me acechan ideas que escapan luego avergonzadas
y voy abrazado de inquietudes no muy sanas
desde una habitación vacía…. y lejana
Me encuentro rodeado de ladrillos…y horizontes…
contemplando la isla distante…
Busco argumentos nuevos
Excusas injustas…razones obvias…muy mías…

Después de tanto tiempo perdido…
Después de tanto abandono y olvido…
Después de tanto salir huyendo…
Después de tantos kilómetros de ida y vuelta
Después de tantas promesas olvidadas
Vuelvo a quedarme…solo

Estoy solo…y estoy conmigo
E irónicamente no estoy solo…
Otra vez me acompaño…
Y la soledad no es soledad…es compañía digo
Mi soledad es alimento para mi espíritu
Esta soledad es propicia…
Es momento de expresar lo que tengo…
De convertir en versos mis emociones…
De mutar palabras…en historias...
De viajar en el tiempo…de retornar de un viaje
De perderme en el futuro…


Es mi soledad…mi extraño reino 
De eternidad, de instante etéreo…íntimo…
Solo mío…y en esta soledad me veo por fin
Y la vida toma otro color….
Y dejo ir a quien quiere partir…
Y abrazo al que desea venir
Y comienzo…a perdonar…lo hecho
E inicio intentos nuevos…
Y dibujo una sonrisa…
Y ensayo unas palabras…y canto por fin
Y escribo unas líneas…y mis lágrimas ruedan…
Y comprendo…en esta soledad…en este silencio

He vuelto…

Y ya estoy aquí…otra vez…
Y el muro de ladrillos…se torna en castillo
Y el atardecer nublado…se hace crepúsculo intenso…
Y mis sueños nacen…y me lleno de ímpetu nuevo
Y en la penumbra encuentro que el amor llama
Y entiendo…mi corazón por fin ha hablado…


viernes, 16 de octubre de 2015

Saludos...




Saludo a los inconformes
Para ellos mis versos sin rimas…
Saludo  a los que no guardan silencio cómplice
A  quienes toman conciencia y sus manos entregan
A los de corazón rebelde, bravío…

Saludos a los jóvenes creyentes de una causa
A los viejos  de espíritu insurrecto, de esencia montaraz
Saludo a quienes  aún no se conforman
Con tener acumulado sin haber vivido,
A los intrépidos, que levantan su voz
Contagiando a los que ya son mudos
A los que incitan el cambio bueno
A los que ven el horizonte cercano
A los que la realidad mundana les inspira

Saludo a quienes son leales
En la rudeza del día, en las aflicciones
Que  a veces trae la vida…a los entusiastas
Que viven inspirando a los que aman
A los que abrazan al distinto
A los de nacionalidad humana
A los comprometidos con el cambio
Con los niños, con la vida…



Saludo a quienes aman
Más allá de lo que el corazón exige
Tanto que a veces  duele…y aún así insisten
A quienes marchan con un canto de amistad
A los nobles de espíritu,
A los pordioseros  que nada poseen
Y todo lo dan…su vida entera…
A los visionarios que ven castillos
Donde solo hay campos baldíos
A los que desafían el oleaje… en la canoa de sus sueños
A los que son maestros, que con su actuar enseñan...

Saludo a las almas positivas, valerosas
A los que buscan una rosa, bajo el smog
A los trovadores de la palabra olvidada
A los partisanos de la alegría,
A los guerreros de la luz de un Dios cercano
A los pacíficos que aún quedan…
A quienes abren el puño para ofrendar…

Saludo a la vida…
Mi conciencia no está tranquila
Mis manos no están vacías
Ya no puedo olvidar
También me voy a la plaza a cantar…a sumar…










martes, 13 de octubre de 2015

Un día cualquiera....

Salí  ese día presuroso al trabajo, eso de trabajar por un sueldo mínimo como que ya no va con mi ánimo, solo es por la necesidad y eso lo saben quiénes me emplean y quizás  por eso se aprovechan, creo, y es por eso que mi ánimo no es el mismo que mantenía hace algunos años, me cuesta cada día inventarme una actitud nueva, me pesa encontrar ánimos y motivos. Salí, decía, presuroso con la angustia de no llegar tarde, pensando y concentrado en mi agenda mental, esa que llevas en orden y la que no te falla. Tenia en agenda una reunión y diversas visitas, pero preferí caminar esta vez. Tengo por costumbre, buena o mala, caminar mirando siempre hacia adelante, tratando de tener una visión panorámica de lo que sucede a mi alrededor, desde que escuche a los dieciséis años  “Fabula de los tres hermanos” de Silvio Rodríguez, elegí caminar mirando hacia lo que viene, nunca hacia abajo enterrado o nervioso hacia lo que puede pasar. Quizás por eso siempre  veo y me encuentro con situaciones que ha otros se les escapa, guardando así ideas para mis historias. Por ello muy pocas veces miro hacia abajo o camino con la precaución de encontrar obstáculos, confío en mis reacciones y asumo que las veredas son planas o se encuentran en buen estado. No me gusta llevar prisas, no camino apresurado, angustiado. Me gusta salir siempre con tiempo de sobra y procuro así disfrutar de mí caminar por estas calles limeñas.

Pero esta mañana no fue así, me demoré mucho intentando encontrar motivaciones  para decidirme a buscar el día y ahora estaba apurado. Cavilaba sobre mi presencia en esta ciudad y el futuro que intento…pensaba en mis planes futuros, cuando de pronto sentí que  mi pie izquierdo pisa en falso doblándose de lado, hacia la izquierda, empujando y soportando todo mi cuerpo sobre mi pie doblado bajo mi peso (que no es poco) perdiendo el equilibrio y siendo cual látigo súbitamente jalado hacia abajo, y así caigo estrepitosamente buscando donde apoyarme. Es en  esa fracción de segundos que mis manos buscan en el vacío y son las primeras en tocar el asfalto, sintiendo mucho dolor en ellas, mi tobillo percibe entonces un dolor intenso, como si un cuchillo cortara mis carnes y alguien aplicara un leño encendido sobre ellas. Me doblo de dolor, grito, creo, mis papeles quedan esparcidos por el suelo y yo, literalmente desparramado en medio  del estacionamiento de un centro comercial con los ojos cerrados, escucho las risas de algunos jóvenes que me observan, supongo desde lejos. Aquel dolor intenso llena de lágrimas mis ojos. Alguien, no sé quién me ayuda a incorporarme, le agradezco el gesto y rengueando me siento al borde de una vereda por no sé cuánto tiempo, frotando mi tobillo magullado

Transcurridos lo que supongo fueron un par de horas y ya con algunas monedas sobre mis papeles, que algunas personas caritativas al verme doblado de dolor dejaron a mi lado,  creo que  conmovidos por mis aullidos de dolor y mis profusas lágrimas de pena. Estando sentado allí... suena mi celular, contesto intrigado, es mi esposa ....” Cariño, me muero, tengo un dolor intenso en los riñones, no puedo pasar nada de saliva…y tengo fiebre…” Me incorporo de un salto ignorando el dolor que siento en mi pie izquierdo y arrastrando mi tobillo hinchado como pelota de béisbol subo a un bus.  Al cabo de dos horas llego a Surquillo en donde ella trabaja. Solicito verla y me permiten la entrada hasta la cafetería en donde trabaja de cajera.

-       ¿Qué tienes?... – pregunto cuando la veo..
-       Estoy mal, pero no puedo salir del trabajo…no hay quien me reemplace – y yo hago una mueca de dolor por mi tobillo, que ella mal interpreta.
-       No te molestes…- intenta decir otra cosa, pero entre lágrimas me dice de pronto sudorosa por la fiebre,  casi desfalleciendo -  me muero cariño.

Y cojo a mi mujer de la mano y la saco casi a rastras, ante la sorpresa de
Fabiola, la administradora, a quien solo le digo antes de salir:

-       ¿Así son ustedes con el personal?....

Ya en el taxi, ella se retuerce de dolor, mientras el taxista enfila por la vía expresa de Lima encontrándose  con un tráfico infernal, pienso de pronto, que solo tengo unas monedas en el bolsillo, las que me dejaron los transeúntes y le pregunto a mi esposa.

-       ¿Tienes para el taxi? – esforzándome en parecer natural…y ocultando mi temor a su reacción.
-       Vienes a recogerme de urgencia y sin nada…humm malo – dice regañándome y empujándome con su pie, golpea mi tobillo y me escuece hasta el alma. Guardo silencio, sudando copiosamente, mientras en la ciudad cae una persistente llovizna.


Estamos detenidos ya veinticinco minutos y ningún auto avanza...Y allí estoy yo, contemplando a mi esposa con su dolor en el taxi, que tiene una luna rota, por donde entra el viento frío,  con un  taxista que come una mandarina con una mano y que con la otra toma el volante en medio del atasco descomunal de la vía expresa, avanzando y deteniéndose según sea el caso, embistiendo y ganando el espacio en medio de aquel tráfico… en la radio suena una cumbia que alborota mis sentidos y hace que parezca que mi cabeza estallará. Veo con sorpresa entonces que el hombre ahora escupe por la ventana lo que supongo son unas pepas…de lo que ahora come... una sandía.

-       ¿Apéndice, no jefe…? Esa cara de dolor y esos quejidos deben ser por eso…a mi me pasó igual -  pregunta mirando por el retrovisor,  al momento que eructa y  frena de golpe evitando una colisión.
-       No, parece una infección a las amígdalas…- contesto sin mirar.
-       Pero como se queja.... y le pateo ¿verdad? Debe de quererla mucho para aguantar eso. Porque yo la dejaba sola – dice inoportuno el hombre.
-       Así es la morena…- sonrío en un intento de disimular mi bochorno y el dolor de mi tobillo hinchado.
-       ¿Puede parar en un cajero por favor? – pregunto.
-       Claro maestro, pero le costará más… - contesta mientras muerde esta vez una naranja.



Y asiento con la cabeza sin decir nada más…preocupado por mi mujer,  angustiado por el tráfico que no avanza, observo que el taxista  ahora se  depila la barbilla con una pinza oxidada mientras espera que los autos avancen, en ese momento en la radio un niño de once años diserta sobre almas y apariciones…¿donde estoy? me digo cuando cruzamos la Victoria en hora punta, con el temor de ser asaltados por unos "bujieros" en el cruce de Isabel la Católica e Iquitos. Contemplando la  surrealista escena…me repito varias veces  ”este es un buen día....aún no termina… “..Al rato llegamos a emergencia del seguro social, bajamos, entro con mi mujer, me acerco a ventanilla y me responden que mi mujer no tiene cobertura médica …y ella  que llora de dolor y que casi se me desmaya sobre un asiento de espera, y yo salgo a la calle en medio de la llovizna sin saber qué hacer,  el dolor de  mi tobillo se hace tan intenso que ya no lo soporto….decido marcharme y detengo otro taxi.

Luego de dejar a mi esposa en casa, ya más calmada y medicada gracias una farmacéutica, que aunque tiene imagen de zancudo desaliñado, acertó en lo que nos recetó. Salgo a visitar a uno de mis clientes, la cita ya estaba pactada y por suerte  para mí aún estaba en hora. No había almorzado bien, tomé un sanguche de chicharrón que debía de ser de hace dos días y que nadie en casa quiso por  eso de que están a dieta, lo puse al microondas y mordiéndolo salí en dirección a mi reunión.

Llegué y el conserje me recibió muy amable, me pidió que esperara, que la persona con quien me reuniría había tenido un retraso y había indicado que le espere. Confiado fui a sentarme arrastrando mi tobillo aún hinchado, aunque ya casi sin dolor por los analgésicos que había tomado. Saqué el celular, encendí mis datos…y mi estómago que hace un ruido extraño tan fuerte que el conserje me miró sorprendido. Sonreí nervioso y avergonzado, sin decir nada, mire hacia otro lado. Y el estómago que vuelve a sonar, esta vez más fuerte. Y yo que me paro e intento dirigirme a la puerta, retirándome a casa. Y entonces suena esta vez un eructo equivocado de camino. Y ese fuerte ruido viene con un anuncio líquido que percibo incómodo haciendo que el terror se apodere de mí. Decido irme a casa con urgencia y comunico aquello al conserje, pero ni bien llego a la puerta otro gas incómodo, se escapa. Esta vez el anuncio es peor.

-       Amigo présteme su baño –digo tratando de disimular el pánico del que soy preso.
-       Si señor pase está aquí a la vuelta, en el pasadizo. ¿se siente mal? – dice mientras me mira el rostro sudoroso.
-       No, para nada – contesto mientras apuro el paso, ajustando el trasero, evitando así las contracciones que ahora son allí donde la espalda cambia de nombre…

Entro a los servicios casi corriendo, exigiendo a mi tobillo, que comienza otra vez a doler, entro y veo aterrorizado….no hay papel higiénico.

Corro a recepción, olvidando mi tobillo.

-       Amigo  - digo – no hay papel
-       No señor, no lo hay - contesta el conserje, entre serio y divertido.
-       Perdone amigo, pero me cago – digo abandonando toda compostura, toda educación y mis buenos modales – por favor dame uno – suplico, sudando copiosamente.
-       Señor no tengo – dice señalando su armario.
-       Cómprame uno – digo mientras le doy unas monedas.
-       Señor no puedo dejar la recepción  - dice controlando a duras penas una risa.
-       Me cago, me cago, me cago – grito desesperado y corro al baño.

Llego al sanitario, entro con las justas…y sin papel…



Ya más aliviado pienso luego en cómo solucionar mi problema…y mi mirada baja hacia mis calcetines azules, los que mi esposa me regalo para mi cumpleaños…”…Lo siento cariño, tu comprenderás…” pienso para mí y actúo.

Cuando salgo sin calcetines me dirijo a la recepción, el conserje me mira sorprendido.

-       No preguntes por favor – digo ya en control de mis emociones y del dolor de mi tobillo.
-       Ok señor, ¿debo limpiar algo? – pregunta fingiendo seriedad. – aquí están sus monedas señor.
-       No, no debes limpiar nada, amigo todo está como lo encontré, muchas gracias por su ayuda caballero – agradezco y le extiendo mi mano, la cual él rechaza cortésmente excusándose.

Llegó mi cliente y sostuvimos una buena reunión.

Camino a casa, ya casi sin dolor en el tobillo, camino como siempre mirando lo que sucede a mi alrededor, confiado de que el día a traído de todo.
Experiencias que se sumaran a mis historias, conclusiones que me harán reflexionar mejor con los días, pensamientos que serán asimilados como premisas por mi intelecto....camino animado de que el día no me ganó, que impuse mi actitud y buen espíritu , de que aquello de la mala suerte no es conmigo.

-       Ciertamente, como siempre digo todo es actitud…. - digo en voz alta...

Y de pronto, mi pie derecho encuentra otro hueco en la vereda de una calle de San Miguel, y mi pie que se dobla otra vez hacia el lado derecho soportando otra vez mi peso. Y esta vez que pierdo la conciencia por el dolor que siento y la vista que se nubla y no recuerdo más. Acabando así mi día especial.

Ahora sentado con el pie vendado, mientras escribo estas líneas, leo algunos versos y encuentro algunos de quien influencia  los míos, pienso entonces que nunca es tan cierto en mi vida aquello que el maestro escribió “..hay golpes en la vida, tan fuertes, yo no sé…"  y sonrío recodando a Vallejo...solo sonrío...