lunes, 24 de diciembre de 2018

El Grinch+Hide en mí....




Me piden que deje mi letargo, me exijen casi, que escriba unas palabras en alusión a las fiestas que vivimos. Si hace varios años lo vienes haciendo ¿porqué este año no lo harás?, escribieron en el messenger. 

Es pensando en ello que reflexiono, me cuesta celebrar la Navidad, quienes me conocen saben que por demasía, soy sentimental, mis ojos hinchados lo confirman. Por ello decliné la invitación de Karina, mi socia, para ir a su casa. Recuerdo que el año pasado recibí las fiestas en Trujillo, con mi familia norteña. Este año estoy en Lima. Rodeado de la familia de mi padrino, que ya no está con nosotros. Su ausencia ya es un motivo grande para no meterme en el cuerpo la melosa actividad navideña. 

Y estuve meditando mis razones. Dejé de creer en estas fiestas hace tiempo, me alcanzó el Grinch. En la pelea que se dá en mis sentimientos, entre  Dr. Jeckill y Mr. Hide, ganó Hide (o le dejé ganar). Eso no quiere decir que dejaré de saludar a todos a quienes aprecio y les desee que esta noche de amor filial y compartir gastronómico  olviden las diferencias, coman bien, disfruten de los regalos, los obsequios, los abrazos. Se confundan con el resto de la humanidad que olvida que en algún lado del mundo alguién carece de todo lo que tu tienes y que muchas veces aborreces, porque te parece una mierda y eso amigo (a) es lo mejor que posees.  

Yo les deseo que se atiborren de comida (si les ofrecen solo alitas de pollo, sonrian)  les deseo, digo, que se llenen de buenos deseos y que mañana vuelvan a sus vidas de la misma manera que son siempre, la buena intención de navidad solo hasta las seis de la tarde, pues nada a cambiado. El mundo sigue girando igual, a pesar del intento que muchos hacen para que dejemos de pensar, emprender y crecer como seres humanos. Los filósofos del face serán más agudos, los políticos seguirán tan corruptos como lo son, el Alianza seguirá siendo subcampeón, el Barza seguirá ganando sus partidos y yo seguiré creyendo que estas fechas no significan nada. Si realmente tu intención de mejorar, es solo cada mes de diciembre.

Con Karina, conversabamos sobre el significado de estas fechas, sabido es que solo es un simbolismo inventado por la iglesia de Roma, para suplir una fiesta pagana. Sabido es, que con el devenir de la sociedad y sus avances, esta fecha tiene más de comercial, que de valor espiritual. Jesús nunca nació un 25 de Diciembre. Que el Papa Noel se inspira en un cura ruso de nombre Nicólas que dejaba regalos a los niños pobres en Moscú y que los gringos se lo inventaron en una campaña comercial allá por la década del 50, como sabido es también que la costumbre de comer pavo, no es una costumbre propiamente nuestra. Y eso del panetón con mucha mantequilla es patético y dañino para tu colesterol y que eso de tomar chocolate en nuestro verano es, humm, mejor no sigo.

Dios no nació un dia como hoy, es falso. Como falsas son las intenciones pasajeras en esta noche.




Pasado mañana te levantarás como lo vienes haciendo todos los días, olvidando las intenciones de cambio. Seguirás especulando sobre tu vida. Harás poemas, planearás algún evento y seguirás manipulando a los incautos y buscando temas que hagan que las personas discutan. Te levantarás y escribirás en el face tus opiniones politicas sesgadas y con el solo motivo de atacar a quienes no piensan como tú. Pero seguirás cuidando tu imagen de hombre afable y sonrisa amplia. Despertarás odiando al mundo por no ofrecerte lo que mereces a ti que eres una chica guapa e inteligente. Te levantarás con la parsimonia de tener que ir al trabajo, odiando a los cholos cobradores, y estarás cansada de recordar que hay alguien que te gusta, pero no tiene que ofrecerte y por eso es mejor tenerlo lejos. Pensarás que tienes que adelantar tu proyecto porque otros tienen uno similar y asi cada uno seguirá igual, viviendo como son.

A ellos les deseo una buena navidad, aquella del disfrute, la comercial, la hipócrita, la de ir a la misa y toda esa parafernalia melosa y pegajosa. Mis saludos con sonrisa fingida.

Para los de corazón humilde que saben que la navidad es más que eso, para quienes tienen un hijo lejano, un familiar enfermo, una madre a la distancia, un padre distante, un padre ausente, un amigo en penuria, para quienes saben que Jesús no nace en un pesebre o viene envuelto en un regalo, si no en el abrazo sincero y la mirada limpia, en cualquier momento del año. Para ellos todo el amor que escondo cuando veo mesas vacías a mi alrededor o en mi corazón. 

Para los valientes que esta noche siguen en sus puestos para que la vida siga siendo como es, para ustedes amigos que me animaron a escribir estos pensamientos solo les deseo de todo corazón un abrazo sincero, humano, espiritual. No soy mejor que otros, no soy poeta, no soy envidioso, no deseo mal a nadie, soy un mal hijo, soy un mal padre, pésimo amigo, idealista y hablador, aprendíz de todo y maestro de nada. Un anónimo que no se conforma, jamás. 

Solo soy un ser humano que reconoce que la navidad, no se celebra esta noche. La navidad la celebramos cada vez que tienes oportunidad de hacer algo diferente y que signifique un cambio en la vida de otros, cuando agradeces por la vida y lo que posees, cuando tu ilusión es más grande que la realidad que vives, cuando no críticas, ni denostas los logros ajenos, cuando eres solidario y sincero, cuando motivas y ayudas a superarse a los demás, cuando en tu corazón sabes que negandote, es cuando realmente estás creciendo, cuando dejas el orgullo y te acercas a tu hijo, hermano, amigo, cuando te reconoces un ser simple, humano. 

Y como ese ser humano te extiendo, repito, un abrazo humano solidario.

Hasta pronto. 



PD: Madre, Mauricio, Carito,  en donde estén. Les amo.





Resultado de imagen para simulacro navideño
SOLO HASTA LAS SEIS DE LA TARDE





miércoles, 12 de diciembre de 2018

Consejos de madrugada



No es bueno remover cenizas
si no estás dispuesto a atizar el fuego
hasta que te consuma su calor
No es apropiado componer un jarrón
si no servirá para otra cosa
que no sea quedar en el olvido

No es justo exigirle a un colibrí
que viva como halcón
si le vas a enjaular sin libertad  

Cómo no es suficiente encerrar a un infante que gatea,
si sabes que aprenderá a caminar
y como todos se marchará

No es adecuado que hables de sentimientos
cuando el corazón se acostumbró
a beber una taza de café
en soledad




No es prudente contemplar un atardecer conmigo
pues es seguro que tomaré tu mano
y te pediré un beso
que no deseas ofrecer

No es importante lo que siento,
si se acabó el capricho de verme
y volverás después de un tiempo
preguntando por mí

No es bueno soñar entonces
que la puerta se abrirá de pronto
si quién tiene la llave, la perdió

Es bueno comprender finalmente

Que los días perdieron los pasos hacia el hoy







sábado, 8 de diciembre de 2018

Lima



Esquinas de pueblo
de madrugadas, de risas
de hambre y fríos
de promesas y sueños
de esfuerzos y  esperanzas

Una ciudad gris con pasado virreinal
urbe que no duerme
cual ciega dama frívola que engulle sueños
la que de cuando en cuando
alumbra  un pintor, un dictador
un poeta, un ladrón
un mártir, una santa


Ya no hay tapadas
ni carruajes
ni ensueños
solo calles
de bulla y smog
con olores de quinua
de emolientes, de maca  
aromas que bendicen

Esta bella ciudad hostil
esta dama veleidosa
esta Lima gay

Tiene esperanza





domingo, 2 de diciembre de 2018

Katona


    Quienes la conocen se preguntan como yo, como alguien puede cultivar tanta ternura, transmitir tanta dulzura e inspirar a decirle solo cosas bonitas. Por donde camina atrae miradas de admiración y cuando habla te das cuenta que no es de aquellas guapas “calabazas” o de esos maniquís con almas vacías que abundan por allí. Ella es una mujer sencilla, que te espera con un café y una sonrisa que no la abandona nunca. Se sonroja constantemente y siempre te dice la verdad.
Katona, le decimos los que la queremos y ella disfruta que se lo digan. Es madre, economista, escritora, pintora, ilustradora y mi amiga. Sé que me odiará, pero esta es una anécdota de ella.
                    ---------------------------------------------------------------------------------------
Una mañana se despertó tarde y cansada a preparar el desayuno para su hija, entre sueños la llevó al colegio. Regresó y mientras tomaba un café pensaba qué hacer con su vida. “Me gusta la pintura, quiero hacer poesía. La vida no es solo ser madre, quiero sentirme viva, realizar mis sueños. Tengo derecho a ser mujer exitosa y realizada…” así meditaba, cuando su mirada contempló la lonchera de su niña, dudo un momento en armonizar las ideas.
- ¡La lonchera!!! – exclamó de pronto dejando caer la taza de café sobre la mesa
- ¿Qué va a almorzar la niña? Si se va de paseo – pensó mientras al vuelo tomaba la mochila.

Salió apresurada, cerró la puerta como pudo, camino a prisa por la calle, sus pasos cortos y presurosos le llevaron rápidamente a cruzar el parque. “Tengo que llegar” se dijo a sí misma. Alcanzó a dos mujeres maduras que iban lentamente por la acera conversando, estás le impedían el paso. La otra opción era caminar por el jardín, la ramada se lo impedía. Desesperada les pide permiso. No le escuchan y siguen con pasos rengos conversando. Katona se desespera. A unos 30 metros del paradero ve como aparece el bus que la lleva al colegio. No lo piensa, ya no les pide permiso y olvida sus modales. Empuja a las ancianas y corre alzando la mano. Las mujeres le reclaman con gritos que ella no escucha por la prisa. Está corriendo hacia la parada del bus que ya se detuvo y vuelve a partir.
Katona grita y el cobrador la ve, este golpea la puerta y el bus aminora la velocidad, ella ve la oportunidad de alcanzar el transporte, apura el paso, corre más de prisa, vuela.
A escasos 10 metros, Katona no deja de mirar al cobrador que la espera y anima con la mano a que se apure, el bus casi detenido. Ella siente que su pie derecho golpea con un obstáculo, trastabilla, pierde el paso, sus ojos se conectan con los del cobrador, suplicando alguna respuesta de lo que pasa. Sus manos como aspas de molino buscan un apoyo en el aire, sus piernas ya no están en el suelo. Katona está volando.
Cae y golpea su pecho toscamente con alguna piedra, que dolor, rueda sobre si unos metros, las palmas de las manos le escuecen por la piel que se rasga, suelta la mochila. Su barbilla toca el suelo causándole más dolor. Se detiene casi a 2 metros del bus. Levanta la mirada con los ojos acuosos por el ardor que siente en todo el cuerpo, el cobrador la mira sorprendido y dice:
- Habla ¿vas?
- Que vas….conch….. – responde la dulce Katona desde el piso totalmente magullada, perdiendo la elegancia, mientras observa impotente al bus partir.

Guarda la cabeza entre sus brazos, tomando fuerzas para levantarse y recuerda que la niña llevaba otra mochila. Frustrada guarda silencio cuando las ancianas a las que empujó pasan por su lado iracundas exclamando.
- “Dios es justo”
Katona regresó a casa, se puso a pintar y a escribir.
Ahora es mi socia.





viernes, 23 de noviembre de 2018

La linea 36



   Como muchas mañanas subí a la línea 36 en dirección a la Av. Abancay.  Como suele suceder  con el transporte aquí, se detuvo por largos minutos en un semáforo que estaba en verde.  Varios usuarios le apuramos y el chofer impertérrito, ni siquiera se tomó la molestia de contestar, todos se callaron como si aceptaran la situación.  A  veces solo callo ante tanto abuso (que gano discutiendo con estas personas). Luego de que el semáforo indicara por dos veces la luz verde ante la parsimonia insisto de todos,  el chofer  cruzó la avenida en plena luz roja apresuradamente.  Miré hacia atrás y mi intuición no me falló, sucedía que detrás había un bus de la misma línea y eso apuró su paso.


El bus, corría raudo por las calles y avenidas del viejo distrito del Rímac. Si algo no deja de sorprenderme de las personas de aquí, es la poca importancia que las personas le dan a quien transgrede las normas. Este “señor” al volante pasaba las luces rojas con total impunidad, nadie reclamaba ni decía nada. Siempre observo y noto que para todos es normal que el bus haga carrera con el bus que ya le alcanza. En un cruce le detuvo una policía, lo sorprendente fue que hubieron voces que esta vez, reclamaron la demora y exigieron a la mujer  policía que lo dejara ir, “persigue delincuentes oye” le gritaron a la mujer de verde, “por gusto lo paran” dijo otro individuo por allí.

-  ¿Pero hace su trabajo? – dije
 - Seguro no tienes trabajo haragán – me dijo una señora – por eso te da igual que se demoré
-  Por eso estamos así señora, por no respetar las normas – contesté
-  Cállate idiota – me dijo un tipo mal trajeado desde atrás.

Decidí callarme para que las cosas no pasaran a mayores.

Le pusieron una multa al tipo que conducía. Tiró el papel por la guantera, “como si me importara” le alcancé a escuchar e inicio otra carrera porque otro bus le alcanzaba.

En esa loca carrera, llegó a la Avenida Abancay,  solicité bajar  en el paradero que está frente al Congreso. Se detuvo mientras el cobrador a gritos llamaba a los pasajeros, las personas bajaban y yo esperaba mi momento de hacerlo.  El chofer nos apremiaba prontitud para bajar, una señora con bultos bajaba cuando avanzó un par de metros. Sus bultos rodaron hacia la calle, reclamé, grité, exigí, la mujer bajo insultando al chofer, seguía yo, vi el rostro del chofer por el espejo retrovisor y adiviné su intención pues su mirada fue de cólera.

Al bajar me adelantó el bus otra vez, mi pie se dobló, caí a la acera en medio de un grito de dolor, es el tobillo que siempre me doblo, rodé por la sucia acera de la avenida Abancay. Un caballero se acercó en mi auxilio. Mi dolor era intenso y mi rabia era más grande aún. El bus ya había partido.

Ahora estoy sentado con mi tobillo hinchado, gastando en medicamentos e inyecciones.

Me pregunto como siempre, esta ciudad que es mía ¿merece este tipo de transporte?   ¿Merecemos ser tratados así? O solo son preguntas de un adulto “cascarrabias” con aires de escritor que tuvo la suerte de conocer otras ciudades. No lo sé.

Lo peor es que extrañaré mis caminatas por un tiempo.











domingo, 4 de noviembre de 2018

Calles gastadas










Camino por calles gastadas
entre frituras y gritos
por veredas sucias
entre bares y portones viejos
entre humos y Diógenes modernos
adivino que el dinero es ajeno
qué la suerte no me pertenece
que solo soy una pisada
una voz que no calla



En la muralla perdida
me dejé un sueño 
mi sordera derecha

no escucha el llanto de meretrices

me convierto en verso vivo




Mi diástole repite un nombre
mientras la ciudad que me engulle 
pasa otra noche en vela

No soy yo
es mi sombra
la que susurra un motivo

No eres tu
es la  sístole
que no conjuga con olvido






Es la ciudad que ahuyenta Cristos
mientras         yo


Finjo estar vivo







viernes, 5 de octubre de 2018

Viaje en una Custer


Resultado de imagen para buses en lima

Salgo a la calle, tengo sueño otra vez tuve insomnio. Subo a la Custer "Brasil, Brasil" grita el hombrecillo colgado del estribo, "¿Vas?" me dice. Hago un gesto con la mano y subo justo cuando avanza la unidad, la gente grita porque me caigo hacia dentro. "Cuidado papá, ya despierte" me dice el hombrecillo mientras me empuja. Yo solo alcanzo a mirarlo preocupado de no perder la compostura. (Le tomo la placa).

Me ceden el asiento, y me niego cortésmente “solo tengo 53” pienso preocupado. Voy hacia atrás alguien, se para y me siento. Miro la calle, el tráfico, los gritos, la radio trae reggaetón, paradas, sobresaltos, gritos, silbatos, sube y bajan personas, ruido ensordecedor de claxon estridentes. Pienso en mi poemario, en mi siguiente libro también, en mi hijo, en ella y me olvido de donde estoy.

-         Pasajes, pasajes – dice el hombrecillo,  de camisa sucia, cabello grasiento apelmazado, manos sucias y uñas negras.

Regreso de mi isla mental, saco una moneda y espero se acerque. Solo quiero llegar a mi destino, es un día tranquilo.

-         ¿A dónde vas? – pregunta sin educación, insolente.
-         A una reunión con una señorita que es poeta y quiere reunirse conmigo – digo mirándole seriamente, con respeto.

Risa general de los que nos rodean y el hombrecillo con cara de no entender.

-         ¿A dónde vas? – pregunta otra vez, pero con fastidio.
-         Ya te dije a una reunión con una….- continuo educado.
-         ¿A dónde vas? – me corta - ¿En dónde bajas, tio? Ba–jas, ba-jas – dice deletreando en voz alta como si yo fuera sordo (es verdad, mi oído derecho no funciona)
-         Voy donde una señorita,  que quiere conocerme en la Av. La Marina …
-         Tres soles – dice sin escucharme y sin mirarme estira la mano
-         ¿Cómo? – digo – siempre pago dos soles – y le entrego el importe.
-         Tres soles, viejo – me dice insolente.
-         ¿Qué dices?

El hombrecillo, que ya perdió todo rasgo de amabilidad (que nunca tuvo) me dice agresivo.

-         El sol más es por hacerte el payaso.
-         ¿?

Entonces me paro cual extensa es mi humanidad (que no es mucha) y le miro hacia abajo, y con mi más esforzada cara de malo (ósea  con poco esfuerzo) le digo.

-         ¿Qué te pasa? ¿Quieres bajar por la ventana?
-         No señor, me mira hacia arriba – y luego recomponiendo el ánimo, agrega
-         Usted empezó pues.

Y la gente alrededor que se ríe. Mientras el hombrecillo me entrega un boleto y va hacia adelante.

Vuelvo a mis pensamientos que son interrumpidos por la bulla, los 15 venezolanos profesionales ellos (dicen) que subieron  a disculparse, a vender golosinas y regalar billetes de su país, (no sé porque me acuerdo de Fausto, mi amigo), 5 peruanos que ruegan les compren y un peruano que dijo ser venezolano al comienzo y luego dejando el dejo se confesó peruano, para que le compren.

La Custer que hace carrera con otra nos trae con sobresaltos, frenadas secas, que llevan a las personas hacia adelante y aceleradas bruscas que hacen que las personas se sujeten de sus asientos sin decir nada. Como si todo ello fuera normal (O quizás soy yo el extraterrestre que no se adapta).

Sube una chica embarazada con un niño en brazos, nadie le cede el asiento. El preferencial lo ocupa una chica de aspecto quinceañero que teclea un celular moviendo  los dedos con rapidez, cedo mi asiento y le digo a la chica. “Estas en asiento preferencial” y ella me contesta  con mirada de odio “y usted es hombre”. Guardo silencio (Ya para que contestar). Mis pensamientos se tornan grises, creo que mi amigo el “chinchano” me contagió su melancolía a través del chat.

Llego a mi destino, me acerco a la puerta, solicito bajar en el siguiente paradero de la avenida en un centro comercial. Antes de llegar al mismo, como a unos veinte metros, en segundo carril  la Custer se detiene y me abre la puerta, en medio del cruce de dos avenidas.

-         En el paradero por favor – le digo al chofer
-         Aquí me “abro”  y voy de frente – contesta sin mirar
-         Es peligroso aquí y no es el paradero -   le reclamo

El cobrador, el hombrecillo sucio, ve la oportunidad de vengarse  “Baje aquí viejo”, dice sonriendo con malicia.

-         Déjeme en el paradero por favor – ya fastidiado digo.
-         Por un sol, quieres que te lleve a tu casa, viejo – me contesta el hombrecillo sucio, envalentonado por la cercanía del chofer.

No sé….


Yo no soy viejo, solo tengo 53 años.

Vi colores, cerré el puño y “a cobrar.”

Un recto a la cara del hombrecillo sucio, que  rueda  por el pasadizo de la Custer. El chofer que gira y se encuentra con mi famosa patada derecha en el rostro (la misma que vengó el robo de mi celular), gritos a mi espalda, la de un universitario que dice “vamos tío, duro”, la quinceañera que me grita “viejo abusivo”, una señora que gritando me sujeta el brazo cuando iba por el segundo con el hombrecillo sucio caído en el pasadizo, las demás personas miran con rostros de asombro, miedo y censura. El chofer que salta a mi espalda y sujeta mi cuello (como la hormiga al elefante) me levanto y lo cargo a él (creo que Hulk me atrapo, estoy transformado) un señor de traje que ruega calma frente a mí con las manos en oración. El hombrecillo que se escuda detrás de la señora. Ensayo un codazo hacia atrás y el chofer que cae de espaldas, miro a todos como loco, sudando, con mil palpitaciones en el pecho. Todos me miran con ojos desorbitados llenos de espanto, asustados, el universitario haciéndome la V de la victoria.  La señora embarazada que chilla y su hijo en brazos mucho más. Los autos detenidos en la avenida, tocan el claxon, todo es una locura. El hombre de traje que me toca el codo suavemente y me implora “baje señor, baje” y grito.

-         Sarta de huevones, nadie dice nada, solo callan y se dejan “mangonear” por estos… - y me bajo gritando a voz en cuello. Cruzo hacia la acera y sigo gritando.
-         Estamos hasta las huevas, todos hacen lo que quieren y nadie hace nada, por eso estamos así, porque callamos y dejamos hacer, no nos importa….

Desde la Custer, me miran como si fuera un loco. ¿Acaso lo soy? Todos me miran en la calle y se alejan de mí, quedo solo al centro de todo, desnudo, invalido en mi locura. Reacciono, guardo silencio. Siento vergüenza.  Me escabullo como puedo, ingreso al centro comercial.  Solo quería llegar a ver a mi amiga.                    

Extraño Pauranga, el silencio, las nubes, el cielo azul.

Ya no pertenezco aquí.  Lima me sofocas.

¿De dónde soy?

Por la tarde. Camino de retorno a  casa.