Cuando nació sus padres le pusieron José Antonio, en honor al vals de Chabuca Granda que le gustaba a su madre, pero en su natal Chorrillos, en su calle, en su barrio, todos le conocieron por Pepito, porque así le llamó su abuela un día, Pepito y así le llamaron desde aquel día.
..”...Pepito que lindos ojos tiene, Pepito tiene hoyuelos, ya camina que grandecito será, Pepito por aquí…., Pepito por allá…, pórtate bien Pepito…, no agarres eso Pepito… Pepito no te pelees, Pepito ¿ya fumas?, ¡Pepito ya tiene novia!!!..., Pepito que grande y fuerte estas…, Pepito que músculos…Pepito hijo mueve este ropero, pasa…, Pepito ya tienes bigote…, Pepito no me agarres así…, Pepito no hagas eso, Pepito que fuerte eres, Ay, Pepiiitooo, ay… ¿Qué me estás haciendo…? Pepito, despacio, Pepito tengo miedo, Ayyy Pepito, no tan fuerte, Pepito creo que vas a ser “papito”…Pepito te salvaste, picarón…falsa alarma, Pepito…Pepito, Pepito hijo contrólate…”…Pepito todo el tiempo.
Porque Pepito creció rápido y creció muy listo…
Con diecisiete años, Pepito era un muchacho deportista, vivaracho, fiestero y profundamente bohemio, nadie sabe cómo aprendió a tocar la guitarra, pero era muy diestro con ella, le gustaba cantar y encantar, los boleros y las rancheras eran su fuerte, el jovenzuelo era el alma de las fiestas chorrillanas y cuando se echaba a bailar era la envidia de sus amigos, todas las jóvenes y las no tan jóvenes, querían bailar con él. Era Pepito un joven atlético, de aspecto bronceado y cabello oscuro, de ojos negros y mirada pícara, sumamente seductora, la cual sabia utilizar. Gran conversador y muy hablador, galante y algo taimado a la vez, siempre caía bien a quien le conocía por primera vez. Era admirado por su porte y tamaño, pero era más deseado por las mujeres y algunos hombres…no tan hombres. Por ello su padre quiso que tomara otro camino y no el de las noches interminablemente bohemias y un domingo en el desayuno le dijo de pronto:
- Pepe… (Que así le decía su padre) tienes que ayudar con la educación de tus hermanos. Eres el hermano mayor y yo no puedo mantenerlos a todos, así que te pondrás a trabajar en la lancha, serás pescador como nosotros…y no puedes negarte, de lo contrario te vas de la casa.
Y no se pudo negar, y la vida del joven Pepito cambio. En la oscuridad de la madrugada de un lunes se hizo a la mar…
Pepito pescaba con su padre y su abuelo… pero no estaba contento.
Le gustó la pesca, lo que hacía, lo hacía tan bien como el mejor, pero sus aspiraciones eran más grandes y altas, él quería ser alguien respetado y admirado, quería conocer el mundo. Un buen día se armó de valor y se presentó de voluntario a la marina de guerra del Perú, sin avisarle a nadie de su familia, solo se presentó e ingresó de voluntario…nadie sabía en donde estaba.
Más tarde en el cuartel...El sargento los observaba inquisidoramente, sorprendido agradablemente por la presencia y porte de Pepito. Me gusta, se dijo para sí, el militar.
- Así que tú eres José…. – le dijo el sargento escrutándolo desafiante y casi con ira.
- Si sargento, así me llamo, mi madre y mis amigos me dicen Pepe pero para los demás soy Jose – contestó el joven, mientras miraba al vacío con el rostro rígido, preguntadosé... ¿Qué tiene este tipo?.
- Para mi serás “la niña” , con carita afeminada y delicada – gritó el hombre casi escupiendo el rostro de Pepito.
- ¿Estás de acuerdo? - preguntó.
- No sargento… Me llamo José. - contestó el conscripto.
- Me importa un carajo. Serás “la niña” – gritó como una bestia, el militar.
Y así le dijeron en la base del Callao, desde ese día, “La niña José” y ello no lo iba a tolerar, porque él era Pepito....
Cuando un compañero le llamó así en la cuadra donde fueron a dormir, Pepito le rompió la boca de un golpe, borrando la sonrisa de todos en ese instante.
(Continuará...)