sábado, 25 de mayo de 2019

Ya no hay reto



Ya no reto a la noche
no le grito tu nombre
para qué, si soy olvido

Ya no reto a los hombres
y arrastro los pies de cansado
no recuerdo tu sombra
el llanto de nimbos enfría el alma

El humero duele
la tibia cruje
y la iglesia
desaparece de oscura

Soy libre, he muerto

pero aún te quiero





lunes, 13 de mayo de 2019

El Sindrome de la Cojudaxia




Hace unos días, una mujer comía un helado  dentro del bus que estaba lleno. El helado se derretía y unas gotas le cayeron en el rostro a una anciana con polleras sentada, la anciana  arrimó con el brazo a la mujer y esta le reclamó por el hecho. La anciana no decía nada solo la miraba.  La mujer en ese instante gesticulando arroja los restos del helado y una bolsa por la ventana a la calle, mientras recriminaba a la anciana “¿Qué le pasa por que me empuja? ¿Qué se ha creído?”  Y como siempre no me quedé callado intervine sin que me llamen “Las gotas de su helado le cayeron en la cara a la señora, y ahora usted  tira la basura a la calle. ¿Sabe lo que nos diferencia de los animales?  La educación y el respeto”.

No me había percatado que la mujer estaba acompañada de un hombre más alto y fornido que yo (yo estoy gordo). Bueno, si las malas acciones son feas, defender lo indefendible  entre irracionales es horrible. Bajé del transporte con la camiseta hecha girones.

Hace unos días también, pensaba sobre algo recurrente en mí vida. Como todos tengo amigas y  me relaciono con mujeres durante el día, debo decir en sincera confesión que me gustan todas las  féminas, pero alguna hay que me gusta más que las demás, pero solo eso, aprecio lo bonito y más aún la inteligencia. Pero solo amo a una mujer, y justamente ella, no me ama (irónico). Se nos ha enseñado que los hombres no podemos ser galantes y sinceros en esos temas y ahora que cualquier insinuación es acoso o algo así, es mejor guardar silencio y no exponerse.

Conozco a una chica de ojos y sonrisa limpia, de ideas claras, muy francas y honestas. Admiro su inteligencia y sabiduría. Un día de esos, de fragilidad sentimental, de admiración por su elocuencia y ternura  como sus mayores cualidades. Se me ocurrió decirle “me gustas” y no es a la primera a la que le digo algo así, pero créame lector, sin intención ulterior. Lo único que logré con eso fue alejarla, asustarla y que me viera como un peligro. Solo contestó, me gusta otro. Desde ese momento las cosas ya no son iguales y  considero que la amistad se dañó. No sé cuándo  las cosas  encuentren su cauce normal y francamente no me sorprende, sucede así. La única intención era expresar admiración y afecto, cercanía y empatía. Nada más. A estas alturas de mi vida, una relación es lo menos que deseo. Solo dije "me gustas", no dije !quiero estar contigo!. Primero son mis sueños, mis proyectos y las metas que tengo.

Lo cierto es que en lugar de guardar silencio,  término ocasionando situaciones que están lejos de lo que deseaba y esa es una realidad. Me pregunto entonces ¿Por qué me sucede eso?




Soy incorregible, lo reconozco,  no aprendo a pesar de la recurrencia, pienso que la vida puede sonreírme  aún, a pesar de que ella se empeña en decirme, “no eres el Cid Campeador”, “no eres Jon Snow”, “no eres confiable”, “no debes mirar a nadie”, “ya estas viejo para esas cosas”, “no eres guapo”,  además de otras señales que llegan con los días. Hasta que leí un post del señor Miguel Rubio del Valle, no había caído en cuenta que ello podría ser una carencia o un síndrome. Una falencia, decía,  que se esconde en alguna parte de mi cerebro como producto de alguna caída en mí infancia o alguna pelea de la adolescencia (es una teoría que planteo aquí), quizás esté oculta en el hemisferio derecho de mi cerebro o afectada por el derrame cerebral que sufrí hace años. Lo cierto es que creo que es un síndrome de cojudez extrema creer  que puedo encontrar a alguien que sienta la vida con la intensidad que la percibo yo, creer que se puede ser sincero hasta con los sentimientos y los gustos es un falacia que no aprendo, siempre peco de sincero y honesto, digo las cosas creyendo que es la mejor forma  de encontrar cariño y compañía, o tengo una torcida forma de hacer justicia o señalar aquello que está mal. Lo único que obtengo con ello es que las personas se alejen o problemas en la calle o el transporte público.

Leyendo con atención el post del sr. Rubio del Valle me di  cuenta que podría denominar a mi defecto como Cojudaxia o como el Síndrome de la Cojudaxia.
La Cojudaxia sería entonces, si puedo definirle, algo  como el síndrome de creer que todos tienen el mismo nivel de empatía que  yo. Sería, divago,  como  creer que todos valoran la amistad y la sinceridad de la misma manera que yo. Teniendo como segunda acepción, la  incapacidad de guardar silencio en  situaciones donde no debes mostrarte cómo eres. La torpeza de decir lo que sientes sin medir las consecuencias de ello.

Siempre que caigo en el síndrome de la  Cojudaxia, al quedar expuesto de esa manera,  es obvio que la otra persona actúe en consecuencia a lo que dije. O bien me responde de manera desproporcionada o bien se aleja.  Me ha sucedido. No todos toman a bien mi sinceridad.
Digo, no estoy de acuerdo, cuando debería decir, que buena idea. Discusión segura.
Digo, te equivocas, en lugar de decir, siempre pensé que era así. Discusión segura.
Digo, me gustas, cuando debería quedarme callado, para no asustar a nadie. Distancia segura.
Digo, eres única, cuando sería mejor decirle los  muchos defectos que observo. Discusión y alejamiento seguro.
Digo que las cosas como las siento y pienso, a veces funciona el freno (tacto), pero en la mayoría de  los  casos las reacciones son disimiles a las que esperaba, algunos tienen diferente concepto de la amistad.

El Síndrome de la Cojudaxia, hace que me inmiscuya y diga algo que normalmente debo guardar, una lisonja, una verdad, lo que deseo o lo que temo, no puedo controlarlo. Me ha alejado de algunas personas. La Cojudaxia, hace que mis respuestas sean espontaneas, no soy calculador, ni estoy midiendo mis palabras, tantos años y no consigo ser astuto, voy de frente. Hasta cuando intento manipular alguna situación, se nota. Para mi edad sigo siendo ingenuo, hasta torpe.

A estas alturas quizás te estés preguntando si he bebido o fumado algo, pues estas reflexiones no tienen mucho sentido. ¿O sí? No lo sé.

En conclusión, creo que a estas alturas debo aceptar que nací con aquella deficiencia, ¿habrá cura o es permanente? No lo sé. Lo que sé, es que puede ser contagiosa. Si te acercas a mí, por favor ten cuidado.

Síndrome de Cojudaxia  o no, es hora de mejorar. Saludos









domingo, 5 de mayo de 2019

Sinceramente


 

Y si dejamos de pelear, y damos rienda suelta a los que nuestras miradas dicen, y si dejamos de callar lo que nuestros corazones saben y les hacemos caso. ¿Qué pasaría? Digo yo.

Y si somos sinceros y digo te quiero, y me dices lo mismo, ¿el mundo se incendiaria?  

El tiempo pasa y las distancias se agrandan, lo que no digas encontrará su forma de brotar. Alguna misteriosa razón existe  para que tu estés allí y yo acá.

Alguna cábala debe cumplirse para que tu piel roce con la mía y este destierro toque su  fin.

Tengo sed de tu mirada que expresa más que las palabras, hambre de tus silencios prolongados, con tu presencia que baña mi universo.

Mi vida, la vida que sueño, corre tras de ti.

Leerás esto algún  día y cuando entiendas que eres tú.

Quizás ya esté lejos, recogiendo  los pasos en otros horizontes.



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