El alba despunta y estalla la vida
muy cerca los gregorianos cantan
en alabanza al titiritero eterno
mientras el bosque de cemento nubla el horizonte
varado en una calle sin nombre
en una ciudad sin nombre
extraño el calor de un abrazo,
sin una voz que reclame por mí
aguardo el instante
que el recuerdo le hable a mi sordera
Me han probado en la miseria, entiendo hoy
me han catalogado en la lucha diaria, paso a paso
me han evaluado con indiferencia los hombres
me han abandonado por no sangrar de azul
y sigo aquí…siendo un don nadie
Comprendo entonces
aún sigo cargando el vacío de las ausencias
arrastrando las sombras voy desnudo de pasiones
sigo vestido de llanto con la pena en los bolsillos
y un verso no nato cortando mis venas
Al final no duele la muerte
duele la silla vacía
la risa nerviosa, la soledad que abraza
estas calles que guardan recuerdos,
duele la indiferencia,
el olvido de quién se extraña
la hipocresía,
duele creer que vivo libre
ahogo el grito que nace
el ay queda detenido cerca de mis labios
El alba despunta, el gallo canta
el barrendero silba
recojo bártulos de otros
seco mis lágrimas
esfuerzo una sonrisa y pienso
Que mis pasos honren la vida
que mis manos bendigan la vida
que mis versos alimenten la vida
que mis latidos transmitan vida
que la esperanza renueve mis días.
Me digo,
nadie merece esta pena
Y doblo la esquina